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A estas alturas hablar de El Hobbit puede parecer ocioso por mi parte. Muchos pensarán que a qué viene hacer una reseña sobre una de las obras magnas de Tolkien: la razón es puramente de carácter cotidiano. El tiempo pasa y mi hijo mayor -de 3 años- ya tiene edad para empezar a conocer cuentos como dios manda. Así que hace unos meses le empecé a explicar El hobbit por partes. Tiempo después recordé que tenía esta pequeña joya del cómic, esta adaptación tan sublime de la novela juvenil de Tolkien que hacía años que no leía. Así que me puse a ello, más que nada para rememorar detalles y situaciones que no recordaba de la historia general.
Este cómic es una excelente adaptación de la obra homónima de Tolkien, con magníficos dibujos realizados por David Wenzel utilizando acuarelas y otros recursos que le dan un aire envejecido pero muy digno. Pero una adaptación tan fiel significa que paradójicamente conlleva dar muchas explicaciones, demasiadas, e incrustarlas en las viñetas. El resultado es una obra gráfica que tiene una densidad de texto superior al normal, lo que le resta agilidad lectora y lo peor de todo: impide una buena contemplación del dibujo de Wenzel.
Buena parte de las viñetas son pequeñas y como decía bien repletas de texto y eso significa no disfrutar bastante del magnífco trabajo del ilustrador. Sólo las páginas ilustradas a toda página dan un respiro al lector. Como decía, una paradoja en toda regla: La excelente adaptación por parte de Charles Dixon y Sean Deming repercute en el equilibrio que debería existir entre texto y dibujo. El Hobbit de Dixon y Wenzel es todo lo contrario que puede ofrecer un cómic japonés (normalmente con mucho dibujo y poco texto) y esto provoca que sea un poco pesado de leer. Ahora bien, para quien quiera volver a adentrarse en la mítica historia de Bilbo y su viaje de ida y vuelta, con todo lujo de detalles, ésta es su obra. La primera vez que leí la novela yo tenía unos 13 años ... ahora casi un cuarto de siglo más tarde me sigue seduciendo como el primer momento.
Obviamente estos detalles que quería recordar releyendo el cómic, a mi hijo no le importan lo más mínimo. Él básicamente quiere seguir escuchando relatos míticos sobre arañas gigantes y dragones que escupen fuego ... criaturas que juegan a las adivinanzas a oscuras y anillos que vuelven invisible a su portador ... Ahora, paseando por el bosque recoge ramas por si atacan las arañas y con cualquier arandela de plástico se fabrica un anillo y se vuelve invisible ... lástima que no pueda hacerlo yo también ... ellos aún que pueden alcanzar cualquier meta que se proponga su imaginación.
Eloi Puig, 27/10/10
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