Se ha hablado mucho y de muchas maneras de la primera novela publicada
por Tolkien sobre la Tierra Media: Se dice que es juvenil y que
no profundiza demasiado
y es cierto. Pero recordemos que Tolkien
en ningún momento planteó esta historia para un público
adulto.
Por otro lado, El Hobbit ha arrastrado siempre el lastre
de ser la introducción a la obra maestra que
es El
Señor de los anillos. Y eso no es justo, pues
esta primeriza novela contiene tantos o más ingredientes
que su continuación. Todo el mérito es suyo, sobretodo
el de fascinar a los más jóvenes y el de hacernos
aflorar una sonrisa a los más veteranos en esto de la fantasía.
Seguramente esta sea una de aquellas novelas que siempre guardaremos
en un rincón de nuestra mente.
Particularmente, creo que es una novela redonda. Algunos dirán
que tiene una estructura muy lineal pero hay que reconocer que el
trato entrañable que se hace de los personajes y las ansias
de aventuras que nos transmite leerlo son simplemente increíbles.
El argumento no es tan simple como se podría pensar en una
novela juvenil: La búsqueda de un tesoro por parte de trece
enanos y un hobbit, que se va complicando cada vez más hasta
topar con un final muy bien resuelto (y me atrevería a decir
que adecuado para los cánones establecidos para el público
juvenil de la época). Podemos afirmar que se trata de una
novela de fantasía, sí, pues salen seres fantásticos,
pero también la definiría como antibelicista, fraternal,
aventurera y muy, muy entrañable.
Simplemente algunos de las aventuras de Bilbo Bolsón han
pasado a la historia de la fantasía épica (luchas
contra dragones, arañas gigantes, afrontar retos con inteligencia
en vez de la fuerza bruta, adivinanzas en la oscuridad, aventuras
invisibles
), En definitiva un libro ideal para aventurarse
en la fantasía épica y en segundo término para
abordar el clásico entre los clásicos: El
Señor de los anillos.
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