la era de la supernova
CF-CATASTROFISTA
 
     
 
 
 
 

LA ERA DE LA SUPERNOVA
超新星纪元
(2003)

Cixin Liu

Editorial:
Ediciones B
(2020)


Colección:
Nova

Núm:
---

Páginas:
496

Traductor:
Javier Altayó

 
     
La era de la supernova

Hace poco más de un año reseñaba la antología La Tierra Errante del autor chino Cixin Liu, lo que para mí fue la consolidación definitiva de un escritor capaz de hacernos perder los sentidos con una ciencia ficción altamente especulativa y repleta de sentido de la maravilla, también en buena parte gracias a la inmensa Trilogía de El problema de los tres Cuerpos. Como es normal con un autor de éxito, la editorial ha ido sacando más material suyo como la Luz Luminosa y recientemente esta novela, La Era da la Supernova, que fue su tercer trabajo.

Pero esta vez no me ha impresionado tanto su aportación a pesar de las extraordinarias ideas que expone. Hablemos un poco de ello: La Era de la Supernova parte de una premisa que sin ser una genialidad es muy atractiva. Una idea que Cixin Liu ha desarrollado, sin embargo, de forma irregular con una muy notable primera parte donde se expone el problema y la especulación de la solución y una segunda parte donde las expectativas creadas se van hundiendo por un simple hecho: Que no nos creemos en ningún momento la historia. Y esto es muy delicado especialmente si hablamos de ciencia ficción.

Una estrella supernova ha estallado a sólo ocho años luz de la Tierra. No podía ser detectada por los modernos telescopios porque se escondía detrás de polvo estelar. El efecto de esa explosión es brutal y provoca que toda persona mayor de trece años no pueda regenerar de forma natural los cromosomas dañados que se han destruido del cuerpo humano. El resultado es que en pocos meses toda la población humana de más de trece años morirá. El planeta se quedará huérfano de adultos. Los niños heredarán la Tierra.

Esto implica que todas las naciones preparen el relevo para sus niños y niñas a marchas forzadas para tratar de ayudarles lo máximo posible en una tarea que se prevé titánica. Aquí Liu ha creado una trama muy notable enfocada a cómo el gobierno chino escoge y adiestra a sus mejor chicos para que puedan gobernar una China en un futuro muy cercano, solos. Ciertamente, esta primera mitad de la novela nos muestra una trama bien diseñada que juega a la especulación, pero con los pies en el suelo. Puede que nos olamos que los pequeños protagonistas son demasiado perfectos desde el principio, especialmente a la hora de ser elegidos mediante juegos que recuerdan a estrategias juveniles de El juego de Ender pero diseñadas no tanto para la batalla como para la gestión y la diplomacia gubernamental, pero en general es una trama creíble y que nos abre las puertas a imaginar qué pasará el día que los adultos mueran definitivamente.

También hay que decir que como es obvio, Liu habla del caso concreto de China... sería muy interesante conocer cómo sucede este relevo en países muy diferentes y en otras culturas. El caso chino puede ser paradigmático para mantener una estructura rígida y sólida y de tradición de obediencia ciega que estoy convencido no funcionaría en EEUU o en la Unión Europea, por ejemplo.

El hecho es que toda esta preparación, el autor, la transmite de forma muy amena y nos permite descubrir el mundo del día siguiente donde los chicos tendrán el control absoluto de sus vidas. Comprobamos, fascinados, que se utiliza esta premisa no tanto para especular sobre las emociones de los niños y su comportamiento (que también) sino para explorar nuevas tecnologías con el tratamiento de redes en una sociedad híper-conectada (pensemos que en 2003, cuando se escribió la novela, estos puntos aún estaban mucho menos desarrollados que a la actualidad). Quiero decir que las intenciones de Liu parecen ir por este camino, el de las interacciones sociales a gran escala, lo que entiendo ofrece una reflexión que resulta arrolladora en torno al cambio sociológico.

Así pues, hay que esperar una novela que aborda la problemática a gran escala, no como El señor de las moscas (por cierto, mencionada en la trama) que mostraba una minúscula comunidad donde las interrelaciones quizás eran más agudas y viscerales. Esto por un lado nos proporciona muchos más elementos a tener en cuenta y a desarrollar y por lo tanto la ambición del autor hay que alabarla, pero por otro lado, al hablar siempre en términos genéricos de un estado —China— o de todo un mundo, este hilo argumental constriñe a posibilidad del desarrollo de personajes específicos, uno de los problemas que tienen la mayoría de las obras de Cixin Liu: la frialdad de los protagonistas que son incapaces de conectar con el lector.

En cuanto a la segunda mitad de la novela, esta está dedicada a intentar adentrarse en la psique genérica de los niños, pero a pesar de los loables esfuerzos del autor, es muy difícil creer en la humanidad regida por niños que nos presenta. Y aquí radica la clave del problema.

Las diversas eras en que la historia de la humanidad se divide después del día en que los niños se quedan solos quieren definir un estado anímico de los niños de China — a otros países la situación es ligeramente diferente—. En esta historia futura de la humanidad, aunque sólo sean los primeros meses después de la desaparición de los adultos, Liu intenta pensar como si tuviera doce o trece años, lo que es razonable, pero las conclusiones a que llega no son asumidas por el lector. Yo al menos no he podido hacerme cargo que los niños reaccionaran así ni que dispongan de suficiente experiencia ni medios para llevar a cabo las acciones que se describen en la novela.

Si no te crees lo que te están contando no disfrutes como es debido. ¡Eh! ¡Y estamos hablando de ciencia ficción! De manera que nuestra mente ya está entrenada y es más abierta de lo normal para aceptar según qué hipótesis y especulaciones. Pero no es mi caso. La última parte de la novela se me ha hecho especialmente increíble —en el sentido negativo del término— y el final anodino.

Liu Cixin evidencia en esta obra temprana que es un gran narrador y que de forma sencilla y directa nos transmite ideas francamente excepcionales, sin profundizar en los personajes, pero notablemente expuestas de manera que te sientes capaz de sacrificar tu teórica empatía con los mencionados personajes a favor de una buena trama. El hecho, sin embargo, es que esta historia, desarrollada más allá de la idea inicial y algunos puntos muy interesantes sobre los primeros momentos de crisis en la Era de la Supernova, no va más allá y nos presenta una humanidad inverosímil.

Eloi Puig
27/11/2020

 

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