Enxarxats (1) es la cuarta novela de Carme Torras (si no me equivoco) y con toda certeza su obra más ambiciosa. Desde que en 2009 ganó el 1º Premi Ictineu con la fabulosa La mutación sentimental (traducida al castellano y recientemente al inglés) he seguido la evolución literaria de la autora - aunque tengo todavía varios cuentos pendientes- con obras como Miracles perversos - de la que en una pequeña parte, creo, bebe la presente novela- y de varios cuentos, el último de los cuales - "L'indigent" ganó este 2017 el Premio Ictineu de nuevo.
Afirmar que Enxarxats es una obra ambiciosa creo que es quedarme muy corto en la descripción. A Enxarxats, la autora ha vertido su sapiencia como robotista pero también como científica preocupada por nuestro futuro inmediato causado por la evolución traumática de la tecnología. Sí, traumática por el ritmo trepidante con que la ciencia nos cambia la percepción del mundo y de nuestras costumbres. Ya en La mutación sentimental, Torras exploraba una sociedad futura totalmente vinculada a los sirvientes robóticos hasta el punto de exponerla como demasiado dependiente. En cambio en Miracles perversos, aunque no es una obra de género fantástico, ya meditaba sobre la influencia de internet y de los correo electrónicos. Pero es aquí, en Enxarxats donde estas ideas y muchas otras se desarrollan bajo una mirada técnica bajo la percepción de Júlia, una científica que todavía lucha con la dicotomía entre la frialdad y las previsiones que promulga la comunidad científica y el calor que proporciona la sociedad o la familia.
Enxarxats, pues, es un cúmulo de propuestas de cómo la tecnología, especialmente las redes de internet y la robótica, nos pueden afectar en un futuro muy próximo. De hecho, algunos de los inventos o de las inquietudes de pura ciencia ficción que nos describe la autora nos evocan episodios de la extraordinaria serie Black Mirror. Pero esto es irremediable en una lectura de estas características. La autora también va más allá y contempla - aunque sea de forma algo etérea- otro tema fascinante que cada vez está más presente: La vida virtual más allá de la muerte. Creo que la primera vez que oí hablar de este concepto fue con la innovadora Ciudad permutación de Greg Egan. Años más tarde me divertí muchísimo con las aventuras policíacas de Takeshi Kovacs en Carbono alterado - que Gigamesh acaba de repescar muy acertadamente y que este año estrena serie propia-. Pero Carme Torras nos acerca a este peculiar tema desde una óptica más realista y sobre todo desde una visión mucho más humana.
Júlia, como comentaba, es una profesora que vuelve a Barcelona desde EEUU para ocupar el puesto vacante de una predecesora un tanto misteriosa: Ariadna Mestres. Júlia se sienta en su despacho y utiliza su ordenador y comprueba - entre asustada y curiosa- que tiene acceso a sus trabajos y cuentas sin ningún problema. En paralelo un icono en forma de araña (que evidencia una vez más que este animal es el eje del mal) le envía mensajes, adivinanzas etc y parece que controle en todo momento sus pasos. Incluso parece prever sus decisiones. Júlia tendrá que buscar un equilibrio propio entre seguir sus instintos, sucumbir a la curiosidad o refrenarse hacia un poder que parece buscar restringir las libertades de internet a favor de una supuesta mayor seguridad.
Todo ello, obviamente, la protagonista lo tendrá que ir decidiendo durante las más de 400 páginas de la novela y en ningún caso sabremos exactamente hacia qué dirección se querrá decantar. La autora es muy hábil con esto: Nos ofrece información por diferentes lados y casi espera que nosotros elijamos cuál es la mejor respuesta, cuál es la opción más adecuada (si es que sólo hay una). Esta no es una novela de buenos y malos, es una obra que ofrece herramientas para que el mismo lector piense, medite sobre internet, la ciencia aplicable hoy en día y sobre todo la tecnología que nos caerá encima de forma arrolladora en pocos años. Júlia deberá decidir qué ética es la que quiere seguir, y no porqué un camino sea mejor que otro... pero sí deberá comprometerse o no en entrar en el mundo que le ha ofrecido la araña. Una muy buena visualización de sus pensamientos nos la ofrece en este párrafo de la página 174 (traducido al castellano por un no-profesional como el que os escribe)
"Es eso lo que me ha producido el mareo, un vértigo no del todo desagradable, la conciencia de estar muy por encima de lo cotidiano, de regularla (...), al mando, proyectando el futuro de tantas hormigas."
Las hormigas somos nosotros.
La novela está estructurada en dos partes con nombres tan sugerentes como La telaraña habitada y Los hilos del futuro. Durante el primer tramo comprobaremos como los dolores de cabeza de Júlia del día a día se ven complementados por unas recreaciones de la profesora Ariadna. Casi, psicohistoria en estado puro. La influencia de Asimov aquí es evidente y no por ello menos loable, especialmente cuando se afirman conceptos como que hay más posibilidades de predecir el futuro de una masa social que de un solo individuo. Estas grabaciones extraídas de la mente de la profesora Ariadna y expuestas a la interpretación de Júlia me han parecido muy refrescantes, así como las extrapolaciones futuras que se realizan en un momento de la novela. Lástima que no se profundice más en ellas y no se utilicen para dotar de más intriga a esta.
Al igual que en sus anteriores novelas, quizás de una forma más clara aquí todavía, la prosa de Torras es eficiente y muy amena. Nos hace descubrir conceptos y nos ofrece pautas y ritmos perfectos para que la lectura nos resulte agradable. Es redundante decirlo pero necesario: Enxarxats es una obra muy bien escrita. Desgraciadamente también arrastra el mismo pequeño problema que le encontré a Miracles perversos: la poca acción, la falta de intriga o tensión y una trama muy estable que ofrece pocas sorpresas hace que en muchos momentos nos digamos a nosotros mismos: "Aquí no está pasando nada". No es cierto naturalmente. La acción quizás es inexistente pero el mensaje subliminal y la sutileza campan a toda hora por las páginas de Enxarxats. El hecho, sin embargo, que a veces la autora se acerque peligrosamente a lo que yo llamo "guerras de despacho", o como la burocracia de las instituciones (en este caso las universidades) puede lastrar proyectos etc, provoca una ralentización de la tención que en ocasiones, como recuerdo que me pasó a leer la novela Els viatgers de la negra nit, puede convertirse en casi fatal. No es el caso, pero en algunos momentos he temido que la autora se enredara con estos temas tan poco apasionantes y es que las guerras de despacho no podrán nunca sustituir a su contrario: el sentido de la maravilla, la capacidad de sorprendernos y de hacernos sentir pequeños e insignificantes. Las dosis de realismo de novelas como ésta son un mazazo en toda la cabeza para los más soñadores de nosotros.
Espero que la autora en la próxima obra continúe en la vía de ofrecernos ideas tan interesantes como las que encontramos en Enxarxats pero también la animo a que nos manipule emocionalmente con imaginación y sentido de la maravilla, que arriesgue con especulaciones aunque no sepamos si pueden convertirse en realidad para qué a propuestas como el legado digital o la inmortalidad virtual podamos atisbar (o tal vez sólo soñar) como podrían visibilizarse en el futuro, cosa que aquí, en Enxarxats, sólo se toca de reojo.
Un buena novela sobre nuestra sociedad y lo que nos espera, de buen ritmo y mejores palabras de una autora que admiro pero a la que le falta soltarse para explorar un poco más allá las emociones, tensiones o intrigas de las historias que crea sin que su formación como científica la retenga más de lo estrictamente necesario.
Eloi Puig, 05/01/2108
(1) La traducción que se me ocurre sería Enredados, refriendose a la red internet, aunque quizás sería más correcto titularla como Enlazados. Ignoro como la autora le gustaría que se tradujeses el título al castellano
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