There's always another secret!
Estas fueron las palabras que acompañaban la firma que me trazó Brandon Sanderson en la presente novela durante su visita a la pasada Eurocon de Barcelona. Siempre hay otro secreto. Sí, y siguiendo con la línea de un autor que ya se ha convirtió por méritos propios como el abanderado de la fantasía a nivel mundial, siempre hay otro secreto que nos sorprende y nos deja con la boca abierta. Hacía bastante tiempo que no levantaba la vista de los capítulos de un libro hasta el punto de que entraba en la famosa dicotomía de querer saber más pero también desear que no se acabaran sus páginas.
El héroe de las Eras es la tercera novela que conforma la trilogía de Nacidos de la bruma. Y le he puesto un 10. No, no es que esta tercera entrega sea ostensiblemente mejor que las dos anteriores, pero sí merece una reconocimiento especial, no sólo para que cierra cada una de las tramas argumentales que se iniciaron con El Imperio final y continuaron con El pozo de las acensión, sino porque forma parte de una de las mejores historias fantásticas que he leído nunca, tanto por su originalidad, como por su puesta en escena que diríamos si habláramos de otro tipo de obra. Me han encantado los prólogos que encontrábamos (durante toda la trilogía) en el encabezado de cada capítulo relatando la historia de forma alternativa y añadiendo detalles y conceptos que más adelante se desarrollaban en la propia novela. He quedado gratamente satisfecho de un ritmo que se mantiene en todas las tramas y acciones separadas y de unos protagonistas que cabalgan este ritmo y están siempre a la altura de la novela, especialmente por las dudas que tienen ante las extraordinarias circunstancias en las que se ven abocados. No son ídolos a la carta, son héroes con carencias, con dudas y también con fracasos que explicar.
Como decía, El héroe de las Eras cierra - y de forma magistral- la trilogía de Nacidos de la bruma. Una vez eliminado un dios que había gobernado durante 1000 años el mundo, sentadas las bases para establecer un nuevo gobierno, también controlados los misteriosos ejércitos de Kolos y cuando parece que nuestros héroes no puedan aprender nada más de la magia que teje y configura el mundo de Scadrial, Sanderson todavía nos ofrece más sorpresas, más misterios, más intriga y más sentido de la maravilla. También tiene tiempo para cuadrar a la perfección todos aquellos flecos que había dejado abiertos en anteriores volúmenes, y si fuera poco, para realzar a personajes que hasta ahora habían tenido un papel muy secundario y quizás difuminado. Es el caso de Fantasma, nuestro joven alomántico, pero también obtendrá más relevancia Marsh, el hermano del mítico Kelsier, convertido en inquisidor.
Todos ellos, junto con el rey Elend, nuestra querida nacida de la bruma, Vin, y naturalmente el incomparable Sazed y el resto de lo que queda del grupo de Kelsier serán los protagonistas de una aventura que va más allá del simple hecho de consolidar el poder o unir los dominios de Scadrial. Será una odisea a contra reloj para salvar al mundo de su destrucción y es que en este tercer volumen las proporciones de la trama se convierten casi de carácter cósmico. Sanderson también tendrá tiempo para perfeccionar su particular cruzada filosófica hacia lo que entendemos como dios y la religión que le sigue (cualquiera que sea). Todos sabemos que el panteón divino de los nobles y skaas se había centrado en una única figura viva y palpable que los conducía y los gobernaba: El Lord legislador. El hecho de concebir la existencia de un dios que camina, respira y vive a tu lado representa que cualquier otra creencia o religión sea subyugada al absurdo. Pero Sanderson también nos sorprende una vez más con giros argumentales que pone en entredicho estas afirmaciones. Naturalmente todo este juego con las divinidades tiene una relevancia superior si la colocamos dentro del universo expandido de Cosmere pero eso es otra discusión a la que no hay que llegar por ahora.
Al principio de este volumen observamos como la ceniza de los volcanes que de forma imperturbable cae sobre el planeta aumenta en intensidad y provoca que las plantas sucumban y la vida se marchite a ritmos preocupantes. También comprobamos como las brumas, que durante siglos habían surgido sólo de noche, ahora también lo hacen durante el día y que además provocan muertes entre las personas que se aventuran a entrar en ellas. Por si fuera poco, los secretos que había escondido el Lord legislador que quizás podrían salvar el mundo de su destrucción no están al alcance del rey Elend dado que hay ciudades-estado que continúan fieles a lo que consideran su dios regente y otras que han seguido las consignas del venerado Kelsier para provocar el caos. Muy interesante constatar una vez más como Sanderson le apasiona tratar los personajes bajo una alargada gama de grises y determinar que los que parecen a priori unos malnacidos fanáticos seguidores de regímenes ya caídos pueden convertirse en eruditos con buenas ideas y los que parecen revolucionarios que siguen las acciones de quién los ha liberado pueden convertirse en tiranos sin escrúpulos.
Sea como sea, la realidad es que el mundo se está acabando y que nadie sabe cómo pararlo. Todo el mundo se aferra a las pocas esperanzas de que disponen pero nada parece poder detener la ceniza y las brumas diurnas.
La magia, palpable en la sociedad a través de los alománticos y los feruquímicos alcanzará aquí una nueva dimensión cuando descubrimos los secretos de la hemalúrgia, una técnica mucho más desagradable que sus hermanas y que Sanderson nos ha conseguido reservar para este tercer volumen y que consigue abrirnos aún más los ojos por lo que implica. Puro sentido de la maravilla en formato fantástico. Aquí quisiera romper una vez más una lanza a favor de las más que estrictas reglas y normas que Sanderson aplica a la magia de sus libros. No sólo estas reglas ayudan a crear un sentido de la credulidad muy grande en el lector (cuando alguien te dice que puede hacer algo sensacional pero que debe respetar ciertos mandatos y disposiciones es más fácil que lo asimiles) sino porque consigue que la propia magia sea prácticamente un protagonista más de las novelas, una magia de la que no sabemos nada de buen principio pero que la vamos descubriendo a través de acciones, estudio e interferencias con la vida mundana, como si fuera un personaje que fuera creciendo y consolidando su carácter pero que también nos puede proporcionar sorpresas ocultas como si nos escondiera algunas de sus posibilidades. Y así es, la alomancia, la feruquimia y la hemalúrgia no dejan de ser aspectos del carácter, de la personalidad de la magia del mundo de Scadrial. Y así pues, al igual que los principales personajes de la trilogía, Vin, Elend y Sazed van evolucionando en su carácter, miedos y en general en su visión del mundo, la misma magia parece seguir un camino similar haciéndonos descubrir cada capítulo nuevas posibilidades.
En definitiva el trilogía de Nacidos de la bruma se merece un lugar de honor en la fantasía épica moderna y naturalmente uno de los ejes que hay que explorar dentro de este universo en expansión que es el Cosmere donde se agrupan la mayoría de las novelas las fantásticas de Sanderson.
Sólo comentar que teóricamente las novelas dedicadas al planeta Scadrial y a su magia constarán de 4 trilogías (Todas ellas autónomas). La segunda de las cuales ya está publicada y traducida y se centra unos 300 años más tarde que los hechos ocurridos en esta.
Tenemos Sanderson para rato ... y que dure!
Eloi Puig, 18/03/18
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