Si nos dejáramos guiar por el significado de la palabra thriller observaríamos como el diccionario tiende a definirla como un género ampliamente utilizado para describir situaciones límites, llenas de energía, ritmo, acción, de lucha contra estamentos más poderosos, y búsqueda de la verdad por parte de uno o más protagonistas que partiendo, normalmente, de un hecho que parece intrascendente llegan a resolver un misterio o desenmascarar una intriga que a menudo alcanza proporciones épicas.
Ciertamente, Un intrús a l’estany (Un intruso en el lago) refleja muchos de los aspectos antes mencionados y por lo tanto podemos decir que es un thriller. Pero si aislamos esta palabreja de origen anglosajón para evidenciar la falta de imaginación de muchas editoriales / productoras a la hora de definir la obra que promocionan, teniendo en cuenta que en los últimos años se ha usado muy a menudo la palabra thriller para enmascarar obras de ciencia-ficción -todos sabemos la alergia que despierta esta etiqueta en muchos campos de la cultura de nuestro país- llegaremos a una inequívova conclusión: Un intrús a l’estany es una novela de pura ciencia-ficción; eso sí, que sigue un formato de novela negra o más bien de espías para desarrollar la historia. Que no aparezca la palabra ciencia-ficción en la contraportada es triste. Y debería estar grabado con mayúsculas, pues Joan Marcé nos ha aportado una de las mejores novelas de género fantástico que nos ha llegado últimamente en catalán.
De la novela propiamente dicha sólo se pueden decir cosas positivas. Para empezar, hay que agradecerle que nos plantee un enigma ya desde la primera página, un misterio que va creciendo, formándose poco a poco hasta convertirse en el motor con el que la novela circula, no, corre vertiginosamente a lo largo de sus más de 400 páginas. Joan Marcé utiliza la biología y las matemáticas para presentarnos una novela que a simple vista parece destinada a seguir una trama de espionaje para convertirse en algo mucho más importante.
Ramon Verdaguer es una joven promesa que trabaja en un instituto de investigación biomédica en EEUU. Durante un estudio rutinario detecta una secuencia matemática insertada dentro de una muestra de ADN. Esto equivale a que Ramon empiece a hacerse preguntas que no puede responder por sí solo. Las personas más cercanas a él: su amigo matemático Wang y su novia Eva se verán también implicadas en la resolución del misterio que cambiará sus vidas de forma radical. Después de ver cuánto de peligroso es el asunto que ha descubierto en el ADN que estudiaba, el escenario se trasladará a Catalunya donde las preguntas pasarán a un segundo término dado que tendrá bastante trabajo a seguir vivo.
El autor aplica un ritmo frenético en la novela de manera que engancha al lector de forma fulminante desde la primera página. Si a esto le sumamos unos personajes creíbles y carismáticos - quizá con menos intensidad los malos, los cuales resultan quizás más estereotipados- en una historia que va in crescendo y que de rebote da vida a una increíble trama de ciencia-ficción, no podemos más que aplaudir boquiabiertos.
Si tuviera que buscar una pega, un punto más débil, tal vez mencionaría que a veces la trama policíaca pesa más que la historia de ciencia ficción que desde el principio el autor nos ha ido escondiendo; que las persecuciones, tiroteos y escaramuzas tienen más importancia que la intriga que acompaña la trama principal. Pero por suerte, Joan Marcé no se olvida de porqué escribió la novela y nos resuelve las situaciones de forma más que satisfactoria.
Una notable novela que sí, podríamos definir como un thriller pero sin nunca dejar de lado que es la especulación científica - aquí representada por la biología, la astrofísica y las matemáticas- y también, porque no decirlo sentido de la maravilla, las que la convierten en una lectura apasionante, adictiva y resolutiva. Así es Un intrús a l’estany. Bravo.
Eloi Puig, 22/03/2012
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