No hay nada como tener decenas de libros pendientes de leer, miles de páginas que te están esperando, un lector (servidor) con muchísimas ganas de devorarlas... y no saber por cual decidirte. Y entonces sueltas la mirada, con cierta pereza, hacia estanterías con libros ya leídos y bien clasificados y te das cuenta de que tienes un volumen de Stephen King que todavía no has abierto nunca y que milagrosamente colocaste en la estantería equivocada; se trata de una reliquia heredada de cuando asimilaste los libros interesantes de la biblioteca de tu mujer y que todavía está allí, esperando. Probablemente la más que anodina portada de esta edición de Círculo de lectores nunca me motivó a que me apeteciera leerlo, pero eso ha cambiado finalmente.
Y me he dicho: “Necesito emociones fuertes y viscerales después de leer cinco o seis novelas de ciencia ficción comprometida, de historias más o menos serias sobre nuestro futuro tan incierto. Quiero sangre”. Pero, además, me he dado cuenta de forma inquietante de que he leído pocas obras del maestro del terror y que siempre me engaño afirmando que "ya las leeré más adelante". Y el tiempo pasa, y todavía me faltan grandes clásicos de King para saborear.
Así que me he puesto a ello: Hoy reseño una de las obras que King escribió con el seudónimo de Richard Bachman (al igual que aquella maravilla que es La larga marcha) y que podemos acotar más o menos en su época de escritor consolidado: Maleficio
Más delgado. Estas son las primeras palabras de esta novela —que además da título al libro en inglés, Thinner— y que nos presenta a un abogado de cierto prestigio que se da cuenta de que cada día que pasa va adelgazando. Habida cuenta de que su peso inicial era de 113 kg, al principio ya le está bien dada su obesidad. Pero poco a poco comprende que no es normal. También le persigue un sentimiento de culpa por lo que ocurrió unas semanas atrás: El atropello mortal de una vieja gitana. El caso es que nuestro protagonista, Bill Halleck, junto con el favor del juez y de la policía salió airoso, impune completamente. Pero el día en que se hizo pública la sentencia (la no sentencia más bien), uno de los gitanos del clan le tocó la cara susurrando unas palabras. Ahora, Bill Halleck cree que está sujeto a una maldición que le adelgaza cada día más.
La novela comienza lenta. King se toma su tiempo para presentar al personaje y a través de flashbacks de las acciones pasadas de Bill y de sus continuas pesadillas, sabemos cómo fue todo poco a poco el día que embistió con su coche a la vieja gitana. Lo que sí hace el autor de Maine enseguida es sumergirnos de forma totalmente inmersiva (como de hecho, hace a menudo) en la sociedad del momento por lo que nos parece está viendo un escaparate de mediados de los años ochenta en un tranquilo pueblo de Nueva Inglaterra con todos sus detalles.
Como decía, el terror cuesta de llegar y es sutil en muchos momentos. La angustia de Halleck cuando comprueba que cada día pierde uno o dos kilos de peso se transforma en un temor constante y ascendente sobre lo que ocurrirá cuando el peso alcance un límite inferior que provoque su muerte. Pero aparte del miedo de la pérdida de peso, quizás más que terror deberíamos hablar de cierto nerviosismo que despierta la sola presencia el viejo gitano, jefe de un clan que se mueve por los pueblos turísticos de la costa noreste de los Estados Unidos ofreciendo sus servicios típicos: La buenaventura, espectáculos de malabares... o peleas prohibidas de perros. Pero este viejo que habla a menudo en caló desprende una áurea de maldad o mejor dicho, provoca miedo, desgracia, quizás es el personaje más genial de la obra, aunque sale poquísimo.
Cabe decir también que la narración de King a menudo se expresa de forma indirecta, narrando hechos ocurridos hace días. Esto le quita un poco de emoción a la novela pues entiendes que quien explica el incidente en cuestión, sabes que ha sobrevivido o que ha vuelto de una sola pieza. También es interesante cómo el autor expone los repartos de culpas en el caso del atropello mortal y cómo el protagonista acaba tergiversando los hechos a su favor para auto-demostrarse que su culpa fue mínima. Aquí encontramos un buen hilo reflexivo sobre la expiación de los propios pecados
En cambio, cuando King emplea diálogos, éstos son directos y viscerales, especialmente en las confrontaciones verbales entre gitanos y otros protagonistas. Te sientes arrastrado hacia esas discusiones, hacia esa marea de desprecio entre unos y otros. Y es que tras la aventura fantástica de Maleficio también podemos encontrar un grito contra los conflictos raciales en EE.UU. Y en este caso, no contra los afroamericanos sino contra una minoría como el pueblo romaní, los gitanos de toda la vida que aquí se muestran con todos los perjuicios y tópicos a los que nos tienen acostumbrados.
"Claro, necesitamos a los gitanos, siempre los tenemos. Porque si no tienes a alguno que expulsar de la ciudad de vez en cuando, ¿cómo sabrías que pertenecías a este sitio?"
El misticismo del pueblo gitano, esté donde esté, sigue vigente en pleno s. XX y King lo aprovecha para escribir esta peculiar novela que va de menos a más, especialmente en la segunda parte de ésta, cuando nuestro protagonista entiende perfectamente lo que le pasa y decide remediarlo.
Maleficio quizás no se sitúa entre las mejores obras de Stephen King pero es una novela franca que nos acerca a un mundo poco tratado y que da para mucho. Quizás más de lo que expone el autor en esta historia de venganza de una longitud bastante moderada —unas 300 páginas— pues creo que King se ha contenido un poco con los momentos más tensos. El final, me ha gustado mucho y lo encuentro adecuado. Al parecer generó algo de controversia en la época pero sinceramente en este punto creo que Stephen King lo clavó.
Eso sí: La edición que he leído de Círculo de lectoras es viejecita, de 1986 y creo que merecería una nueva traducción (que ignoro si se ha llevado a cabo) y obviamente un lavado completo de cara. La cubierta misma parece lanzarte una maldición que para que no la abras de lo fea que resulta.
Contento, pues, de haberme reencontrado con el maestro del terror el cual me ha devuelto el interés no sólo de releer algunos clásicos suyos sino sobre todo de devorar a los que todavía nunca han pasado por mis manos... ¡Que son muchos!
Eloi Puig
11/11/2022
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