Jordi de Manuel vuelve a utilizar su personaje más carismático, Marc Sergiot, para presentarnos una colección de siete cuentos de ambientación policial en la ciudad de Barcelona.
Son cuentos que a pesar de contener la presencia de Marc Sergiot en mayor o menor grado se escapan un poco de ser protagonizados por él. La mayoría de los relatos, pues, tienen más interés por el caso tratado que por la intervención del conocido detective. De hecho cuando Sergiot se convierte en resolutivo no lo hace por poseer un instinto especialmente brillante por lo que me quedo más con su talante hosco y preocupado que por su capacidad dialéctica o por la intuición de su vocecita interior.
Los cuentos son eclécticos pero siempre centrados en Barcelona en una momento indeterminado de la carrera del detective. Todos los relatos contienen la palabra "mano", al igual que el título y se centran en emociones propias de toda persona normal pero expresadas de manera delictiva. Así tenemos cuentos que haciendo referencia a los celos, o la codicia, el fanatismo etc.
En mi modesta opinión los relatos van de menos a más. Las primeras historias tienen un esquema más sencillo, incluso previsible. Hablo de "Un cop de mà" donde un asesino confeso es interrogado por Sergiot, "Joc de mans" con una tensión correcta donde una asesina se oculta de la vista de la policía en un escondite aparentemente perfecto pero que contiene una resolución un tanto tópica, y "A mà armada", más original que los anteriores pero un tanto previsible y repetitivo donde un atracador tiene más interés en demostrar su faceta de actor que al realizar el golpe perfecto.
A partir de aquí, el nivel sube, especialmente porque el autor vuelve a sumergirnos en el talante del inspector, en descripciones detalladas de su actos o de sus pensamientos íntimos. También porqué los crímenes se vuelven más violentos o pasionales. Por ejemplo, en "Mans a l'obra" se investiga una muerte que recae en una famosa escultora (tal vez el cuento mejor escrito en mi opinión). O en "Mà de ferro" se nos explica la complicada vida de un personaje que mata a su padre sin querer hacerlo realmente. Muy interesante. Quizás el relato más impactante es "Una mà de pintura", especialmente por su aparente no resolución final donde se investiga la desaparición de un padre de familia. El último cuento, "Mans brutes" destaca por el estilo en que De Manuel ha querido expresarse: A través de un monólogo penitenciario hablado con otro preso. Un relato sobre el racismo y la xenofobia.
En resumen, los relatos son rectos y no tienen elementos estrambóticos (exceptuando quizá, "Mans a l'obra") y se resuelven de forma bastante simple. Como decía, no es tan importante aquí la tarea del inspector como la historia en sí. Jordi de Manuel se siente cómodo con estos relatos cortos sobre su detective insigne. Sin ser grandes episodios de la vida de policía de en Sergiot, nos dan una idea del día a día de la tarea criminal. Muy amenos y bastante directos al grano, lo que se agradece.
Eloi Puig,
10/09/2017
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