Nunca he sido muy de leer ensayos sobres obras concretas. Quizá porque me tiene que importar mucho aquella obra o quizá porque me cuesta encontrar el punto de equilibrio entre profundizar más en ella y no aburrirme con una lectura que puede llegar a ser tediosa. Creo que el último ensayo que leí fue hace unos nueve años y fue W de Watchmen de Rafael Marín, claro que esa obra me interesaba profundamente.
No como Frankenstein.
¡Eh! ¡Calma! Soy el primero en valorar la obra insigne de Mary Shelley como lo que es: Una explosión imaginativa que sentó las bases de la ciencia ficción y que probablemente tambaleó bastante algunas mentes de la época poco acostumbradas a los cambios. Una reflexión sobre la condición humana y sobre la capacidad de crear vida a través de la ciencia, un hecho que más allá de los mitos y religiones era la primera vez que se hacía mención de ello. El hecho, sin embargo, es que cuando leí el libro hará unos diez o doce años lo disfruté pero encontré que había envejecido un poco mal (que por otra parte sería normal teniendo en cuenta que tiene doscientos años) y así lo reflejé en mi modesta reseña. No, Frankenstein no me pareció en ese momento ninguna obra maestra (dejando de lado de ser un punto de inflexión en la novela moderna por sus dotes especulativas), al menos comparada con otros clásicos como Drácula que me habían entrado más bien.
Claro que entonces no sabía prácticamente nada de Frankenstein o de Mary Shelley. Hoy, si me volviera a repasar el libro (debo hacerlo, vaya) le encontraría mil y un significados nuevos gracias al ensayo que nos presenta Ricard Ruiz. Hoy, disfrutaría el doble o el triple de la lectura de un clásico que marcó el camino a seguir para muchos otros.
Ricard Ruiz lo conozco desde diversas vertientes pero aún no la había tratado desde la perspectiva del ensayo. Lo que nos ha presentado con Mary Shelley i el monstre de Frankenstein destila ilusión y energía por todas sus páginas. Y esto se debe a la profunda empatía que gasta Ruiz con la autora y la admiración que ésta y su obra le despierta.
En primer lugar hay que concretar que el ensayo está basado especialmente en Mary Shelley, no tanto en la novela en sí. No es un estudio que analice cada capítulo del libro, de hecho, en ningún momento nos explica muy bien de qué va o cómo se desarrolla específicamente la novela (recae en el lector, como es lógico, el papel de leerla). No, Ricard Ruiz se adentra en la vida de Shelley y nos transporta a sus anhelos, virtudes, defectos y en definitiva presenta todo el mundo que la rodeó, desde la mítica noche de junio de 2016 cuando Lord Byron propuso escribir relatos de fantasmas mientras la tormenta acechaba fuera de Villa Diodati hasta las repercusiones, sociales e incluso también psicológicas que sufrió la autora una vez publicó el libro, hace dos siglos. Pero también analiza la influencia de los padres y de un entorno ilustrado, lleno de poetas, escritores e incluso una madre feminista.
Yo he de reconocer que la figura de Shelley la tenía poco trabajada. De hecho, conocía más de su vida, así como la de su marido, Percy Shelley o la de Lord Byron, a través de aquella magnífica fantasía historia de Tim Powers que es La Fuerza de su mirada que por nada más. Pero aquí interviene Ricard Ruiz: Su pasión por Shelley y Frankenstein es palpable en todas las páginas y capítulos de este ensayo y inevitablemente nos transmite empatía y devoción de la que hablaba hace unos momentos pero sobre todo nos argumenta posibles influencias y indudables consecuencias de haber creado a un macabro doctor Víctor Frankenstesin y a su criatura monstruosa y nos documenta como era este entorno tan especial que tuvo la autora en una época tan única como el s. XIX respecto a la ciencia y la investigación.
El tono que utiliza Ricard Ruiz es de complicidad con el lector: Añade elementos propios de la la subcultura friki que tanto nos gusta a muchos de nosotros (I de la cual, Frankenstein es como una de las madres) pero sin renunciar a la seriedad que todo buen ensayo debe poseer. Así, el resultado final es una plato equilibrado y ameno que el autor adereza con gotas personales sobre él y su particular vinculación con la novela. Como decía, complicidad sin perder de vista el norte.
Además, en un ejercicio impresionante, repleto de anécdotas y de curiosidades nos enlaza sentimientos y pasiones de Shelley como el amor, el sexo, la religión o la locura con monstruos de tipo clásico como King Kong, la figura del Golem, los vampiros o el mismo Dr. Jekill, por poner unos ejemplos. Cada capítulo está dedicado a una vertiente de Mary Shelley de la que en general los lector sabemos muy poco. Tanto el feminismo, como su supuesto libertinaje sexual, tanto su desesperación y resignación al ver como moría buena parte de su entorno como la valentía de enfrentarse a familiares y editores para salir adelante con lo que creía; la figura de Shelley es, desde ahora, un referente para un devoralibros como yo. Gracias al saber hacer de un autor que como decía, ha vertido sapiencia y entusiasmo para convertir este ensayo no sólo en un referente sobre el mito de Frankenstein sino también un compendio ameno y apto para todos los públicos sobre una autora precursora en muchos aspectos de la literatura moderna.
Eloi Puig, 14/04/2018
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