Desde que el fenómeno Harry Potter arrasó las librerías de medio mundo es difícil no encontrarse decenas de títulos de fantasía juvenil cubriendo el agujero de las novelas de J.K. Rowling. Probablemente este sector de la literatura fantástica sea el que actualmente tenga mejor salud cuando hablamos de ventas. Y realmente hay obras muy interesantes que pueden acercarse más o menos en estructura e ideas a las novelas antes mencionadas. Pero no es el caso de que nos ocupa.
La tetralogía escrita por Susana Vallejo es un caso, me atrevería a decir, una poco especial pues ni es exáctamente novela juvenil ni tampoco se acomoda copiando clichés y tópicos de algunas sagas que funcionan la mar de bien dirigidas a este público. Para empezar habría que discutir con cierta profundidad si La orden de Santa Ceclina -el primer volumen de la tetralogía y el que nos ocupa- es una novela que posea estas características o no. Según mi entender no las tiene; y no hago esta afirmación por| el simple hecho de que no aparezcan personajes adolescentes o infantiles, si no porque el lenguaje utilizado no creo que haya sido pensado expresamente por este tipo de público.
La otra característica que creo trasciende un poco más allá si la comparamos a otras sagas que reposan al lado de ésta en las librerías es que los cuatro libros están ubicados en tiempos y lugares diferentes y que por lo tanto no repiten personajes. Así aquel protagonista más o menos carismático no tendrá continuidad en los siguientes libros y por lo tanto no existirá el vínculo empático con éste, uno de los puntos fuertes de muchas sagas juveniles.
Pero vamos a lo que nos ocupa: El primer volumen de la mencionada tetralogía Porta Coeli. La autora sitúa la acción de La Orden de Santa Ceclina en un difuminado siglo XIV. Allí, en algún lugar de una península Ibérica donde conviven todavía diferentes reinos, existe una fundación, una orden religiosa que teniendo como base el monasterio de Santa Ceclina, entrena, instruye y envía a sus monjes guerreros por todo el mundo conocido para ayudar a los señores o instituciones que puedan necesitarlos... en cualquier arte y ciencia. La orden pretende difundir conocimientos y fe pero basándose en la razón y la ciencia por encima de todo.
La historia empieza cuando Nuño, un miembro de la orden, descubre un hecho anormal: un unicornio -ser fantástico que no tendría que existir- en una aldea de Galicia. Las consecuentes investigaciones del monje y de su gran amigo Bernardo - el alma mater de la historia- les llevarán a conocer la existencia de un libro, el Porta Coeli, que proporciona la información para abrir y cerrar puertas hacia otro mundo. A ellos se los unirá Yebra, una misteriosa meiga que parece tener poderes sobrenaturales.
La aventura está servida pues Bernardo tendrá que investigar si este otro mundo existe o no pero por encima de todo tendrá que combatir contra sí mismo para asumir como es posible que exista la magia o los seres fantásticos cuando toda la vida ha defendido la razón y la ciencia ante quien quería desprestigiar a la orden acusándolos de brujos y hechiceros. Ahora descubre hechos que no tienen una explicación lógica o razonada y la duda se instalará en su interior.
Esta lucha sutil entre la ciencia y la religión; entre la fe y el escepticismo es uno de los puntos más interesantes de la novela. Una batalla interior que sobre todo tiene que realizar Bernardo, pero que también se ve reflejado en el argumento mediante una persecución política en contra la Orden de Santa Ceclina. Una acometida que al menos a un servidor le ha recordado el acoso de los cátaros en Occitania. Recordamos que los cátaros fueron acusados de herejía - entre otras cosas- y que aunque la imaginada orden de Santa Ceclina se declare una seguidora de Dios, también es verdad que su vertiente humanista y científica les da fama de herejes ante de Papa, al igual que los cátaros.
Éste es un punto que me gustaría profundizar un poco. Si bien, la autora se ha documentado sobre la época no ha volcado sus conocimientos en la novela, quizás para no cargarla de información o para no darle un aire demasiado intelectual, pero yo le echo de menos un marco histórico - y geográfico- más definido, que intervenga más activamente en el argumento. Teniendo en cuenta como era el siglo XIV en los reinos de Castilla y a la Corona de Aragón, la ambientación histórica de la novela hubiera podido ser más rica. Éste es uno del puntos donde la autoexigencia de Susana Vallejo ha bajado, quizás para acomodarse más plácidamente a una trama donde lo que quería explicar de verdad era una serie de aventuras fantásticas, dejando la historia en un término muy secundario -al menos en este primer volumen.
Susana Vallejo ya demostró sobradamente que es capaz de construir personajes creíbles a su Swich in the red -también publicada este año. En la presente novela los personajes son pocos y están bien definidos. Quizás pero el hecho que el protagonista principal -Bernardo- esté claramente inspirado en el personaje de Guillermo de Baskerville (según afirmó la autora en uno de los encuentros literarios de las Ter-Cat) ha hecho que Vallejo haya olvidado una parte fundamental de su talante. Me explico: Se supone que el mencionado monje es un entusiasta de la ciencia y de la lógica pero en el libro faltan evidencias de la razón y la deducción que supuestamente utiliza Bernardo en su vida diaria. Sólo se nos muestra alguna de sus aficiones. Creo que la autora ya da por supuesto una carisma y un talante en Bernardo, quizás porque se parece al personaje de El nombre de la rosa, pero de hecho en el libro no se aprecia que éste actúe tal como se lo describe.
Hablemos de la prosa: Elegante y mesurada. Es evidente que la autora tiene talento y ganas pero se me atrevería a afirmar que quizás le falta un poco de riesgo, hace falta que se suelte como lo hizo en Swich in the red-claro que yo he leído una traducción al catalán y seguro que en su versión original su frescor debe quedar más patente. Pero igualmente nos encontramos con un libro muy agradable de leer donde la autora es capaz de narrar tanto una situación caótica de lucha y supervivencia de forma espléndida y sin embargo también ofrecernos momentos más íntimos y reposados con todo el sentimiento. Una prosa que estimula la curiosidad del lector a través de una trama que te atrapa, tanto por sus misterios como por su manera de expresarse. En particular querría felicitarla por la manera en que describe los poderes sobrenaturales y las sensaciones y percepciones que sienten los personajes al vivirlos. Son momentos muy bien narrados, intensos, perfectamente acabados.
En todo caso cuando acabemos el libro habremos leído una novela bien argumentada, bien escrita y bien trabajada. Sus continuaciones estarán ambientadas, como decía, en otros tiempos hasta completar un ciclo que se espera muy interesante. (Cosecha negra, ya está en las librerías y la tercera parte, El principio del fin saldrá al mercado en pocas semanas). Un buena novela para divertirse con buena literatura y con toques de reflexión. ¿Qué más queremos?
Eloi Puig, 25/09/09
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