Hace diez años las pasé canutas intentando reseñar una antología de título impronunciable como era Twistanschauung firmada por Víctor García Tur. Reflexionando sobre los cuentos que componían aquella selección ecléctica, experimental y frustrante a la vez, me doy cuenta que algunos de los rasgos que destaqué allí, se podrían repetir —en mayor o menor medida— en la presente selección de cuentos que hoy intento reseñar: El país dels cecs, una obra que fue galardonada con el premio Mercè Rodoreda 2018.
Víctor García Tur es un notable autor al que le gusta salirse del camino marcado en buena parte de sus cuentos. Quizá en aquel lejano Twistanschauung era más evidente pero aquí y ahora, en El país dels cecs, los relatos trascienden de un modo u otro: O por su intrínseca calidad literaria o por la frustración de no siempre obtener resultados redondos con finales, a veces repentinos. La recopilación se compone de seis cuentos de longitudes y pretensiones muy diferenciadas. Especialmente me centraré con los dos más largos que casi podemos llamar novelas cortas, pues son los que imponen una reflexión y los que llaman más la atención al lector.
El mismo autor expone que este volumen es un libro de versiones y reescrituras y que busca crear a partir de lo ya escrito. No engaña a nadie y establece unas reglas que él mismo cumple y rompe, tergiversa y adapta done lo que cree oportuno —como debe ser— para ofrecernos literatura sin complejos.
A García Tur le encanta exponer juegos literarios, insinuar nuevos mundos con ucronías imposibles, pero con carácter plausible y naturalmente experimentar junto con el lector sobre nuevas posibilidades —literarias o no—. Le gusta provocar con tramas que afirman y perseveran en verdades absolutas edificadas sobre un terreno de engaño ucrónico pero también con relatos más calmados que valoran más el escenario y lo cotidiano que a la resolución final. De hecho —al menos en las novelas cortas—, observamos que al autor no le gusta ir al grano. Se dispersa durante la narración, se va por las ramas, lo que aprovecha para ambientarnos cuidadosamente los escenarios. Existe una densidad buscada por medio hipnotizar al lector y de repente soltarnos la sorpresa.
El primer relato es el que da nombre a la antología: "El país des cecs" y el autor ya de buen principio nos traslada a principios de los años setenta en un viaje a Argentina donde un periodista tiene la misión de entrevistar a uno de los catalanes más universales, exiliado en el país sudamericano debido a la dictadura franquista. Estoy seguro que todos conocéis a tan insigne maestro literario: Borges. De nombre Jordi, aunque allí lo conocen quizá por Jorge Luis. Sí, lo habéis adivinado: tenemos ante nosotros una ucronía en toda regla donde García Tur nos acerca a la vida casi retirada de Borges describiéndonos los ambientes de los casales catalanes y de una manera muy cuidadosa, la sabiduría del poeta y escritor. Se nos define a Borges como un ilustre escritor de género donde incluso Pedrolo le ensalza como precursor de la fantaciencia catalana. Yo me iba preguntando a dónde quería llegar el autor sustituyendo la nacionalidad original de Borges por la catalana y otorgándole el mérito de escribir obras desconocidas. Pero aquí es donde la colleja te sorprende una vez más, y García Tur nos presenta una historia plenamente fantástica (envuelta de esta ucronía) y que en las últimas páginas se vuelve un ejercicio metaliterario muy original y ciertamente imprevisible. Quizá por este motivo, este cuento es finalista en los Premis Ictineu de este distópico 2020.
Con el siguiente cuento cambiamos drásticamente de estilo y nos topamos con una cita que hace referencia a la estimada Úrsula K. Le Guin. Y entonces nos adentramos en una historia de antropología social y cultural en la isla de Nueva Guinea a mediados de los años 40 del siglo pasado. El cuento se llama "Els móns" y quizás es la narración más normal que se encuentra en la presente antología: Un hilo argumental que nos lleva a conocer las vivencias de una tribu y de la antropóloga americana que vive desde hace meses. De los rumores a una misteriosa tribu rival y de la poca huella (aún) que ha depositado el hombre blanco. Muy entretenido, aunque con un final quizás poco definido. El talante del cuento me ha recordado a Le Guin con historias ecológicas como El nombre del mundo es bosque.
En cambio, si hablamos del cuento breve "El recaptador Jing" nos encontramos con un escrito que emula las fábulas, los cuentos con moraleja, en este caso presentado como una leyenda china llena de magia. Es un cuento sencillo y sin demasiadas pretensiones, del tipo que recopiló Lafcadio Hearn en Japón (Y que ahora mismo estoy leyendo, por cierto).
Con "L’àlef" volvemos al juego metaliterario. Un homenaje — suponemos— a Borges y a uno de los títulos más significativos del autor pero que aquí comprobaréis que es ilegible. Nada que decir.
El cuento "Cabells" es también extraño y peculiar. Narrado de forma un tanto misteriosa nos cuenta la historia de una mujer que parece tener fobia a los cabellos oscuros de su niña. Una vez nace ésta, entra en una depresión que a la vez parece alargarse en el tiempo al igual que sus propios cabellos. No acabo de vislumbrar si nos encontramos ante un relato sobrenatural o una muestra de locura transitoria.
Y por último, Víctor García Tur nos aporta lo que me atrevería a decir que es su cuento más ambicioso de la recopilación: "L’iceberg de la teoria". Nos topamos de nuevo con una ucronía donde la narradora es una experta en Charles Dickens, autor como sabéis de novelas memorables como Oliver Twist, Cuento de Navidad o... Moby Dick. Sí, ya veis por donde va la ucronía. En este mundo, quien escribe la novela de la ballena Blanca no es otro que Dickens, en base —eso sí— a un borrador de Herman Melville. Descubrimos, pues, el primer juego literario que nos hace enfrentar Garcia Tur. Pero aquí añade un elemento aún más fascinante: El viaje en el tiempo. Nuestra experta dickiana trabaja para la universidad en el departamento de cronoliteratura, una nueva ciencia que trata en primer lugar de recopilar datos reales de autores pasados para conocer más profundamente su obra y las particularidades de su vida privada que influyeron en la escritura de estas novelas. Una idea tremenda y original que poco a poco se complica más cuando dicho departamento también permite variar las condiciones, las premisas con que los autores escribieron cada obra para experimentar con diferentes finales o directamente para saber qué podría salir de aquello. En suma, una idea excepcional pero que también sufre un poco de la densidad cultural y literaria que le otorga el autor —en contra de más tensión en la narrativa—. En cierto modo el cuento me ha recordado mucho a ciertos aspectos de las novelas de Jasper Fforde, por ejemplo, con su debut en El caso Jane Eyre y cómo la literatura puede convertirse prácticamente una religión aunque los fans siempre deseamos hacer una vuelta más de tornillo a un personaje, capítulo o simplemente distorsionar la obra a nuestro gusto.
Una recopilación pues, extraña, que sigue las reglas de una prosa entendida y bien narrada pero que quizás no termina de redondear las grandes ideas que se proponen. Víctor García Tur sigue siendo un autor sorprendente y que no se acomoda a las tramas sencillas.
Eloi Puig,
15/10/2020
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