La segunda novela de la serie de Mongi y Robot, Plegaria por la timidez de los árboles, podría perfectamente formar parte del primer libro sin ningún problema pues es una continuación que fluye de la misma manera y que enlaza sin ningún tipo de trasiego con los hechos que se nos describían allí.
Y es que Becky Chambers ha continuado explorando el hopepunk a través de dos personajes memorables, antagónicos en su forma física pero quizás mucho más cercanos en pensamiento y obra. Recordémoslo: Tenemos a Dex, une monje no binario (que refleja a la perfección la fantástica cubierta de Maria Picassó), una persona que hasta ahora estaba obcecada en apoyar a los demás, en ayudarles. ¿Cómo? Sirviendo té, escuchado sus problemas y reconfortándolos con esta bebida caliente. Y tenemos a un Robot, Moixeró (ignoro como se ha traducido al castellano), que ha salido de las tierras salvajes para buscar respuesta a una pregunta que se formula su gente: ¿Cómo podemos ayudaros?
Vemos, pues, que en el fondo ambos tienen una necesidad de ofrecer apoyo, consuelo y también apoyo a una sociedad que ya de por sí es utópica y pacífica. Si en el primer libro, Salmo por quienes se construyeron en la naturaleza, nos encontrábamos en territorio desconocido, con Dex buscando de lo que carecía; ahora se han trocado los papeles. Dex y Moixeró viajan por tierras civilizadas humanas y la presencia del Robot es conocida y corre la voz de pueblo en pueblo.
Chambers sigue deleitándonos con diálogos agudos y con un ritmo sosegado donde la presencia de los dos protagonistas simplemente permite conocer más de cerca cómo funciona esta sociedad utópica, que renunció a los robots —y de paso a su esclavitud— hace centurias. Éste es el turno, pues, para entender cómo la humanidad puede convivir consigo misma y su entorno sin agredirse. Cómo se establecen las bases para que el hopepunk funcione.
Con breves pinceladas, Chambers repasa la economía de intercambio que valora el esfuerzo y el agradecimiento del trabajo bien hecho. Conoceremos el intercambio equitativo, pausado y nada especulativo con que se rigen los asuntos humanos pero también se hurgará en los orígenes del porqué del despertar de los robots, o de las averías que pueden sufrir. ¿Y por qué no? También obtendremos información de las relaciones sexuales y parentales —extremadamente abiertas— que quizás ayuden a entender mejor a una sociedad que no está encorsetada sexualmente y que no gasta energías para mantener apariencias o parecer lo que no es. Una humanidad más libre que nunca y al mismo tiempo más unida.
Incluso los viajes de Dex y Moixeró se harán eco de comunidades que tienen fobia a la tecnología y prefieren apartarse. Todo ello, con la lectura de Plegaria por la timidez de los árboles, conocemos más a los humanos y comprobamos cómo responden al estímulo de volver a ver un robot.
Pero como decía, esta segunda novela complementa perfectamente a la primera porque se centra más cen Moixeró que busca una respuesta a su pregunta. Este hecho, sin embargo, supone que Dex se aparte poco a poco de su vocación llevándolo a una cierta crisis existencial de nuevo.
Entre los dos tendrán que buscar las respuestas a sus preguntas interiores, a los miedos y inquietudes que les acompañan a pesar de vivir en una tierra idílica. Y quizá la respuesta a lo que están buscando la tienen más cerca de lo que pensaban.
Una lectura, pues, plácida, alegre y desenvuelta que sigue haciéndonos aflorar sonrisas en nuestros rostros y que nos permite soñar en un mundo donde las cosas realmente son diferentes. Sin olvidar, sin embargo, que la esencia humana es curiosa y necesita de cariño y de camaradería... y quién sabe... quizás la esencia robótica... también.
Eloi Puig
30/09/2023
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