Cuando uno se pone a pensar en las novelas de viajes en el tiempo normalmente tiende a dar por hecho que la materia que viaja hacia el pasado o hacia el futuro son seres humanos, cosa bastante normal si analizamos buena parte de los argumentos de este subgénero.
Pero obviamente también podemos encontrar otros tipos de viajes en el tiempo donde las personas se quedan allí donde están (o estaban, o estarán): se trata del envío de objetos, como al caso de los monolitos provenientes del futuro que podíamos ver en Los cronolitos, de simples ondas de radio (recordamos la película Frequency) o como en el caso que nos ocupa, la proyección del 100% de la conciencia humana más de veinte años en el futuro.
Dicho así parece estrambótico y poco asimilable pero que sea la mente la que viaja en el tiempo es la premisa de salida de Recuerdos del futuro. Una idea muy ambiciosa y ciertamente espectacular: Durante un experimento científico en el CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear) en Suiza, un accidente provoca que la conciencia, la mente de todo el mundo, viaje veintiún años en el futuro durante casi dos minutos. En este periodo de tiempo todo el mundo queda sin sentido haciendo lo que estaba haciendo (durmiendo, conduciendo, comiendo, nadando...) y por lo tanto un número incontable de muertes aparecen al cabo de dos minutos una vez finalizado el desplazamiento temporal. Pero las implicaciones sociales del viaje son inmensas: Hay gente que se ha visto con otras parejas, otros se han contemplado como presidentes del gobierno, o pobres, o viviendo en otro país... otros en cambio no han visto nada... cosa que significa que no estarán vivos después de veintiún años.
Robert J. Sawyer es el autor de esta idea, un argumento que ya explotó con anterioridad en una novela corta, Universo monolítico, ganadora del Premio UPC 1998. Lo mejor de la novela es la idea: Esta serie de visiones futuras cambian a la humanidad de forma determinante, pero la pregunta más importante que preocupa a la gente es: ¿"Este futuro es inmutable o sólo es una posibilidad"? Y con este concepto, el del libre albedrío o dicho de otra manera el de sí el futuro está escrito, predeterminado, o de si en cambio existe un número infinito de futuros y sólo nosotros tenemos la capacidad de escoger uno - aquí la memoria me hace pensar en la novela Cuarentena de Greg Egan- es con lo que juega Sawyer durante toda la novela, pues los dos protagonistas principales - los teóricos causantes del fenómeno- ven su vida futura muy diferente a la actual: El primero con una nueva esposa, justo cuando está a punto de casarse con su actual pareja y el segundo no ve al futuro y además descubre por otra gente que será asesinado.
Sawyer se centra en las vidas de estos personajes como ejemplos para explicarnos todas las implicaciones de las visiones que ha tenido la humanidad. Quizás alguien esperaría que dedicara más tiempo a ofrecernos una explicación del porqué se ha producido el fenómeno pero de hecho eso no importa - la justificación científica que expone de manera salvaje en un capítulo sinceramente nos deja indiferentes- pues cómo decía, para Sawyer, es más importante el efecto del fenómeno temporal sobre la humanidad que la causa que lo ha provocado.
Creo que el autor sale bastante bien parado a la hora de describirnos estos efectos sobre la población mundial, en algunos capítulos nos ofrece notas de prensa y artículos en torno al fenómeno que te ponen en situación de cómo puede cambiar la percepción del mundo en pocos minutos. El problema es que una vez agotado el debate sobre si el futuro es inmutable o en cambio el universo es un bloque inamovible el autor pasa de golpe estos veintiún años para mostrarnos qué ocurrirá con nuestros protagonistas. Por una parte nos resuelve el tema del asesinato que estaba esperando nuestro científico griego desde hace veintiún años de forma correcta pero un poco forzada pero por otra parte, el jefe del experimento, el científico canadiense que lucha diariamente con la idea de si casarse o no con su actual pareja, el autor lo utiliza para participar en una paranoia mental que lanza por el suelo buena parte del buen sabor que se me estaba dejando la historia. Sinceramente si los capítulos 31 y 32 del libro no existieran esta novela sería mucho más redonda.
En resumidas cuentas, una novela muy amena, presentada por el autor sobre todo a base de diálogos que hacen que la lectura se deslice por las páginas a velocidad vertiginosa. Un autor del cual todavía no había leído nada y que me ha gustado bastante, quizás por su simplicidad pero sobre todo por sus ideas. Pero no esperemos encontrar alta literatura en una novela de consumo rápido como es Recuerdos del futuro, de hecho el estilo de Sawyer recuerda a ciertos escritores de best-sellers -quizás por eso se lo ha comparado con Michael Crichton-. Eso sí, pasaremos un buen rato de lectura y además nos dará herramientas suficientes para pensar sobre las paradojas temporales y sobre el tejido mismo del universo. La eterna discusión sobre el destino y el libre albedrío está asegurada.
Eloi Puig, 18/01/08
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