Quienes seguimos de cerca la carrera literaria de Marc Pastor, la presente novela, Rius de safirs, nos devuelve recuerdos de la otra apuesta africana que nos trajo —Hace ya once años— bajo el título de Bioko. Porque pese a las evidentes diferencias en la ambientación (entre las novelas hay unos 100 años de diferencia) y de trama, ambas comparten una visión increíble de un rincón de África y de unos hechos que se encajan claramente dentro del ciclo de novelas de viajes en el tiempo que conforman el Corvovers donde podemos distinguir también a la monumental Farishta —con la que la presente novela tiene vínculos muy estrechos— y la que nos toca más de cerca: Los ángeles me miran
Aunque me haya atrevido a comparar esta novela con Bioko, obviamente, Marc Pastor ha escrito dos novelas distintas tanto en contenido como en forma. Si la primera la podíamos considerar una aventura ligada a hechos históricos, en esta ocasión el autor nos presenta un western contemporáneo en toda regla ambientado en un pueblo de Madagascar, un país que Pastor conoce en profundidad. Y es que será inevitable imaginar al personaje del teniente Tahiri como si fuera el sheriff del pueblo de Iakaka e intuir enseguida que Esmeralda, la misteriosa chica que llega al pueblo, actúa talmente como Clint Eastwood en Por un puñado de dólares.
Ilakaka, como comentaba, es el nombre del escenario principal de este western: Un lugar que de la noche a la mañana descubre que posee enormes almacenes de zafiros bajo el subsuelo y consecuentemente esto provoca la llegada de buscadores y mineros de todo tipo. El crimen organizado también se instala cómodamente y está formado por dos hermanos indonesios que regentan los respectivos negocios de mal ver y que parece que se odian a muerte; y para colmo también intervienen en la historia los dahalo, los ladrones de cebús de la zona que a raíz de la muerte —nada accidental— del hijo pródigo del jefe de la banda se incorporan a la tensa calma que vive Ilakaka.
Ya tenemos presentados los clanes conflictivos. Por lo que respecta al lado de los buenos, tenemos a nuestro protagonista, el teniente Tahiri que es enviado al pueblo como refuerzo por la ola de inestabilidad que se atisba a corto plazo. Toda la novela será explicada en primera persona por nuestro agente pero el autor también narra muchos hechos de forma indirecta tal y como los escucha o los conoce... o les supone el teniente Tahiri, y lo cierto es que lo consigue muy bien en ese sentido.
Ni que decir tiene que la prosa de Pastor es muy firme y nos atrapa enseguida. Intercala descripciones cuidadosas sobre la ambientación de este rincón de Madagascar de 1999 con escenas de buenos diálogos y varias escenas de acción en forma de tiroteos entre bandas y destrucciones de mobiliario en los pubs —saloons— de la población. La trama que teje alrededor de Ilakaka y sus zafiros, sin embargo, navega de forma un tanto descompensada en mi opinión. Sí es cierto que el autor prepara muy bien el terreno con un preámbulo de nuestro protagonista en el presente del 2023 y que poco a poco, nos sumergimos sin dificultad en la magnífica ambientación del Madagascar menos turístico, alejado de avenidas de baobabs gigantes y las playas paradisíacas de Nosy Be. Además, los conflictos entre las bandas y los dahalo que se inician de forma fulminante con una muerte que el teniente Tahiri pretende encubrir en primer término para ganar tiempo, resulta también alentadora. Vamos, que el autor nos sirve un escenario ideal para que sucedan cositas
Toda esta primera parte de la novela es muy digna y el autor nos da a conocer también diversos hechos sutiles que podrían alojarse dentro del género fantástico aunque de forma que no afecta a la marcha del western. Llegamos sin embargo al tramo central de la novela, que quizá sea el más extenso, entre tiroteos, pactos, traiciones, engaños y manipulaciones ejercidas por Esmeralda cuya narración se rellena de acción durante buena parte de la novela. Buenas escenas, buenos momentos de tensión... pero que se alargan en exceso. Creo que el autor en esta parte central se vuelve un poco repetitivo con las muertes por ambos bandos, en las conversaciones a pie de barra o en las tablas de los prostíbulos... y de hecho juega un poco con las expectativas del lector que no ve hacia dónde nos quiere llevar Marc Pastor más allá de describir una venganza personal.
Y es que enseguida intuimos —y sino, se nos cuenta más tarde— que Rius de safirs se integra en el corvovers, pero como comentaba y a diferencia de otras novelas, este hecho es circunstancial (la novela funcionaría igualmente sin depender de la agencia “Ефремов- Стругацки” (Iefremov-Strugratski) y cuando se habla del tema es sólo al final de la novela y de forma un poco demasiado dispersa por mi gusto. Además, se añaden otros inputs que no parecen tener nada que ver con la trama principal y que desconciertan un poco —como la búsqueda de cierto yelmo muy antiguo—. Asimismo, las teorías sobre el libre albedrío o el equilibrio del continuum temporal al viajar en el tiempo vuelven a aparecer en esta aventura pero de forma un tanto despreocupada, como si no fuera con ella. Y eso que normalmente estos puntos son los que Pastor trata de forma más cuidadosa. Aquí más bien se insinúa todo sin concretar nada.
“Vivimos en una realidad perezosa a la que no gustan los cambios y se resiste tanto como puede. Sin embargo, si la tensión es muy fuerte, los tolerará a condición de que sean mínimos.”
Todo esto nos provoca una sensación extraña: Disfrutamos de la lectura y de la ambientación exótica pero a menudo deseamos que la acción pase a otro nivel y deje la guerra de bandas. Esperamos fervorosamente el encaje de la novela dentro del corvovers pero cuando llega lo encontramos un poco insuficiente. El personaje más interesante —fuera del narrador— como es Esmeralda nos atrae pero no acaba de despertarnos demasiada empatía, los elementos fantásticos o de ciencia ficción están difusamente esbozados pero no especialmente integrados en la trama.
Como decía, una sensación discordante en la estructura y ciertos planteamientos, pero en cambio muy afín en otros aspectos como la prosa y el estilo porque he disfrutado mucho leyendo la novela pero también tengo la sensación de que se detiene demasiado en varios puntos de la trama y que al final se precipita todo demasiado de forma condensada, por eso la definición de estar un tanto descompensada. Pero sea como sea, Rius de Safirs está escrita con maestría y con la sapiencia que ya acumula uno de los principales autores de género fantástico catalanes. Quizás aquí no se ha lucido tanto como en Farishta, pero eso no quita que también podamos disfrutar de este western situado en una isla del índico de la que, sinceramente, sabemos muy poco. Y que sea un western tiene mérito pues no es un género que se prodiga en exceso en nuestra lengua. El último que leí fue Perímetre del Jaír Domínguez, y de eso hace siete años. Así, ¡qué más literatura de género popular por favor!
Eloi Puig
03/12/2024
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