"Vietnam no
es una guerra, es un país". Esta curiosa frase era
el inicio de una guía turística sobre este país
que hojeé un día. De la misma manera puedo decir:
"Dan Simmons no es Hyperion, es un autor". ¿Que
porque empiezo la reseña de Ilión con esta poco meditada
metáfora? Porque estoy harto de leer críticas, comentarios
y opiniones donde lo primero que se plantea es si el nivel de esta
novela alcanzará el de los Cantos de Hyperion del mismo autor.
Es claro que uno se guía a menudo por
el nombre del autor a la hora de comprar un libro, y más
si este autor te ha gustado, pero no podemos estar comparando y
suspirando que los autores se superen a ellos mismos siempre. El
problema de Simmons con Hyperion es el mismo que el de Powers con Las Puertas de Anubis:
Que una muy buena obra eclipsa la posterior producción, aunque
ésta pueda tener un nivel igual o superior a la obra de referencia.
¿Así pues... Ilión es mejor que Hyperion? No pienso
responder a esta pregunta. Ilión y su continuación,
Olimpo son una entidad independiente y como tal intentaré
tratarla. Y para empezar con esta primera parte de la novela (al
igual que la segunda parte, Olympo,
astutamente partida en dos volúmenes por los señores
de Ediciones B, no fuera que dejaran de recaudar algunos euros de
nuestros pobres bolsillos) tengo que decir que me lo he pasado en
grande leyéndola. Y eso es mucho.
Analicemos un poco: Simmons es un autor consumado,
sabe hacer que las más diversas temáticas de la ciencia-ficción
se vuelvan amenas y adictivas a los ojos de los lectores, sabe dar
giros argumentales y profundizar en los personajes pero por encima
de todo conoce el método para encandilar al lector con argumentos
originales.
Ilión es en parte una epopeya
épica, en parte una novela de intriga y en parte una aventura
en formato de gran producción. El argumento se divide en
tres líneas argumentales que se adentran en la novela de
forma separada pero que proporcionan al lector la información
necesaria para montar un puzzle cuya visión total no nos
llegará (supongo) hasta la conclusión: Olympo.
Por una parte tenemos a una humanidad dócil
y desvalida en una tierra donde se permite el teletransporte y donde
unos misteriosos entes semimecánicos vigilan que a nadie
le falte de nada. Toda la humanidad vive 100 años de vida
plácida y feliz casi como si fueran elois -es un símil
hecho por el mismo autor a los personajes de vida fácil y
contemplativa de la humanidad futura imaginada en la novela La
máquina del tiempo de Wells,
no una descripción malintencionada de las costumbres de este
crítico-
Otro escenario son las lunas de Jupiter donde
un grupo de moravecs -androides semiorgánicos autoevolutivos
que han desarrollado una sociedad propia cuándo los humanos
los abandonaron hace milenios- quiere lanzar a una expedición
a Marte para investigar extraños fenómenos cuánticos
que pueden desembocar en la destrucción del Sistema Solar.
Y claro, entonces tenemos en La Iliada.
No, no exagero, Simmons nos traslada al escenario de la Guerra de
Troya donde un humano del siglo XX ha estado renacido para observar
y anotar las discrepancias del poema de Homero controlado por (supuestamente)
post-humanos que han emigrado al Monte Olimpo de Marte y se comportan
como si fueran dioses griegos. Allí encontraremos a todos
los conocidos héroes del poema homérico: Héctor,
Aquiles, Odiseo... y también obviamente los dioses: Zeus,
Apolo, Atenea, Afrodita... La representación no sólo
es perfecta, si no que es además, real. Está pasando
y nos encontramos en el último año del asedio de Troya
...
Dejo al lector que medite unos momentos en paz
y armonía ...
¿Absurdo? ¿Inverosímil?
No. Todos estos ingredientes son aprovechados por Simmons para ofrecernos
una de las novelas de ciencia-ficción más originales
que he leído últimamente, una obra donde se incluyen
temáticas propias del género como viajes en el tiempo,
inteligencia artificial, manipulación genética, especulación
cuántica y quizás incluso pequeñas dosis de
novela post-apocalíptica y de terraformación (eso
está por ver) pero que también tiene tiempo para explorar
la épica homérica o el thriller más inquisitivo.
Un cocktail rocambolesco pero que el autor controla en todo
momento.
La combinación de las líneas argumentales
en capítulos cortos, normalmente culminados con clifhangers (finales con "punta", vaya) que vierten grandes dosis
de emoción a la obra; la dosificación de la información
que nos proporciona al autor; el carisma que desprenden muchos de
los personajes (tanto humanos, moravecs, como incluso los dioses),
nos hace absorber una lectura que en momentos se vuelve vertiginosa
-los capítulos finales, son más cortos para dar paso
a otras situaciones y no detener el dinamismo de la novela- pero
sin marear, de manera que podemos saborear en todo momento los placeres
de construir el rompecabezas argumental.
Ilión no es sólo una novela
de ciencia-ficción con reminiscencias de Space opera. Es
una novela que rompe esquemas. La épica homérica combinada
con la nanotecnología; los viajes a través de agujeros
de gusano o a estaciones espaciales o el redescubrimiento de la
Tierra por parte de los antiguos humanos que empiezan a abrirse
paso por un planeta que no conocen... todo eso y más forma
parte de la novela.
Y a todo esto hay que añadir el amor
que profesa el autor por la literatura clásica. No sólo
para homenajear el poema épico de La Iliada -que ahora
estoy consultando de vez en cuando, después de tenerla esperando
un puñado de años en la estantería-, si no
también a las especulaciones semifilosóficas a autores
como Proust o Shakespeare. Mi dilema es si al no haber leído
todavía La Iliada o La Tempestad de William
Shakespesare -ambas obras tienen un papel muy importante en esta
novela- me he perdido muchos detalles o si precisamente por eso,
disfruto todavía más, para no tener ninguna obra "apuntadora"
a la memoria que me recorte alguna sorpresa.
Los personajes, como decía, tienen una
personalidad cultivada y excepto algunas rarezas -el caso de Calibán,
por ejemplo-, me han gustado todos. Simmons los hace crecer y los
hace cambiar según las circunstancias -el caso de Daemon
quizás es algo forzado sin embargo- y los hace reaccionar
en un mundo donde las maravillas surgen en cada esquina.
En fin, una agradable novela que combina
la aventura con la intriga y que mezcla tantas temáticas
y tantos ingredientes que acaba por ofrecer más de lo que
esperabas. Ahora hay que ver cómo acaba todo en la segunda
parte: Olympo.
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