Los cuentos de ciencia-ficción
de Fredric Brown se completan en este volumen, Luna de miel en el
infierno, la segunda parte de la recopilación que ya empezó
en Ven y enloquece.
Este volumen engloba cuentos escritos entre
1950 y 1965 aunque no todos son de temática fantástica
(también hay añadidos otros cuentos policíacos).
Una de las mejores apuestas que ha hecho Gigamesh es el publicar
el 100% de los relatos del autor de forma cronológica, de
manera que podemos seguir la evolución del autor y podemos
intentar entender las motivaciones y el énfasis en que escribía
en cada época.
Eso queda muy reflejado en la temática
de los cuentos. Si bien, las invasiones alienígenas y las
colonizaciones y exploraciones de planetas remotos continúan
vigentes en esta obra (creo que de hecho es lo que el público
más pedía), se observa cómo la preocupación
por una guerra nuclear y en general el ambiente tenso de la guerra
fría quedan reflejados en las obras de Brown. La temática
militarista y de espionaje es casi una constante en los cuentos
de esta época. Imitan las inquietudes americanas ante al
comunismo y frente a posible guerras totales devastadoras (El
arma, un mensaje de nuestro patrocinador, El Sicario...).
Pero Brown tiene el talento suficiente para hablar de éstos
temas desde una perspectiva futurista y con su sentido del humor
que bien conocemos de la anterior antología. La concepción
metafísica del universo y del yo también tiene cabida
a la antología con cuentos como Respuesta, No sucedió o Imagina. También encontramos muchas obras referidas
a los viajes en el tiempo, donde El Salón de los Espejos es el máximo exponente y de hecho la considero una de las
mejores historias de esta temática que no he leído
nunca.
Efectivamente, una de las características
principales es el hecho de utilizar el humor sutil en muchos de
sus cuentos. Un recurso que nos hace sentir cómodos incluso
cuando la temática es abrumadora. No siempre es así,
y a veces se pone serio o incluso pesimista (Reconciliación ...) pero normalmente intenta suavizar sus obras utilizando el recurso
del humor.
Otro hecho destacable es que la mayor parte
de la producción de cuentos del final de su carrera es de
relatos ultracortos. Éste es en realidad el principal factor
a tener en cuenta en esta segunda antología, pues de la octogésima
larga de cuentos que hay, al menos sesenta tienen una extensión
no demasiado más larga que una página.
Y parece mentira como en un espacio tan reducido,
Brown es capaz de definir una historia y hacerla interesante. No
siempre se sale con la suya y a veces nos topamos con cuentos poco
originales o con un final demasiado absurdo pero una buena parte
de éstos se resuelven de forma sublime y demuestran la maestría
del autor. Algunos ejemplos son Prohibida le entrada, Naturalmente, Experimento o Fin:
En definitiva, una obra donde encontramos
algunas obras maestras y como es normal también cuentos menos
conseguidos, pero que no deja de ser una antología que con
el tiempo se considerará un referente de la ciencia-ficción
breve (y muy breve) americana de mediados de siglo XX.
|