Todos conocemos a Robert E. Howard por su personaje más icónico: Cónan, el bárbaro y eso ha hecho que otras creaciones suyas hayan quedado a menudo en segundo término. Nos referimos a otros personajes legendarios como Kull, Bran Mak Morn o Solomon Kane que es el que trataremos aquí. Howard dedicó a la figura Solomon Kane varios relatos, que están incluidos en esta antología que nos ha traído Laertes, siguiendo esta maravillosa línea de publicaciones pulp que nos está acercando por primera vez en catalán estos clásicos.
Solomon Kane es un aventurero y puritano inglés del s. XVII que viaja por Europa y África ayudando a quien lo necesita y trayendo con él una fe religiosa inquebrantable. Se ve a sí mismo como un paladín de Dios que debe vencer al demonio en sus múltiples formas, o en todo caso, derrotar a la maldad del mundo.
“Durante toda su vida había recorrido el mundo ayudando a los débiles y luchando contra la opresión, y ni sabía ni se cuestionaba por qué lo hacía. Ésta era su obsesión, su motor en la vida. La crueldad y la tiranía hacia los débiles enviaba una llamarada roja de furia, salvaje y duradera a través de su alma. (...) Si pensaba en ello, se consideraba un cumplidor del juicio de Dios, un recipiente de ira que había que vaciar sobre las almas de los injustos. (...) Era un atavismo de los días de la verdadera caballería, un caballero errante con la vestimenta oscura de un fanático.”
Su talante puede parecer una antítesis de Cónan: Kane es íntegro y sacrificaría su vida por los demás si esto aporta luz a la oscuridad. Su devoción por Dios está entre enfermiza y heroica. No se le conoce familia y sus viajes lo llevan especialmente a explorar el continente africano que en aquella época todavía estaba repleto de leyendas y supersticiones. Hay que decir que a menudo cuando aparecen negros de tribus africanas, Kane se comporta de forma condescendiente y en ocasiones con actitudes altivas. Es propio de un personaje de la época y también del imaginario colectivo de lo que representaba el África negra para los europeos estadounidenses del primer tercio del siglo XX cuando Howard escribe sus relatos. Así describía en una ocasión el continente africano:
(...) “África, el continente oscuro, tierra de sombras y de horror, de hechizos y brujería, al que todas las cosas malignas habían sido desterradas ante la luz creciente del mundo occidental! “
La narración de Howard es similar a la que podemos encontrar en otros relatos pulp suyos: Fluida, dinámica y con ambición de entretener en un formato de aventura que combina la realidad y las leyendas antiguas. Es cierto que en este caso los pasos de Solomon Kane se alejan de los mundos fantásticos que conocemos de otros personajes como Cónan y nos sitúa de forma vaga pero más o menos segura en territorios míticos e inexplorados del centro de África aunque al tratar con tribus y reinos imaginarios, a menudo se embarca con largas explicaciones sobre historia o antiguos imperios que truncan el espíritu de la narración a pesar de otorgarle mayor profundidad. Esto se ve claramente por ejemplo en el relato “Luna de calaveras”
Finalmente, cabe decir que la imaginación de Howard colocó siempre a Solomon Kane en conflictos de carácter sobrenatural o fantástico. Todos y cada uno de sus relatos poseen uno o muchos elementos que podemos clasificar hasta la fantasía terrorífica. Esto le da un aire al personaje mucho más interesante de lo que podríamos creer desde el principio.
“Calaveras a las estrellas” es un cuento sencillo de fantasmas pero muy bien tratado. No siempre se explican con tanta eficacia los porqués de cómo un espíritu atemoriza el camino de un pueblo hasta el punto de que los vecinos creen que existe algún tipo de maldición. Howard nos introduce a Kane en este cuento de forma misteriosa pero implacable, con buenas escenas de terror y de lucha incluidas.
Seguimos con “Sombras rojas”, un relato de trama sencilla donde Solomon Kane busca la venganza por la muerte de una joven campesina. La persecución de su contrincante, Le Loup, un hábil espadachín francés, será la excusa —un poco cogida por los pelos— para que el autor nos lleve a las junglas africanas bajo el pretexto de perseguir a su enemigo. Buenísimas descripciones de combates de espada y también puntos fantásticos con rituales de los salvajes que incorporan fantasmas que poseen cuerpos ajenos. Momentos puntales de terror bien narrados pese a poseer una trama poco cuidada. El argumento sólo sirve para que el autor nos deleite con su prosa eficaz y aventurera.
Cambiamos otra vez de continente y nos situamos en algún lugar indeterminado de la Europa central en “Chirriar de huesos”. Kane y un compañero de ruta se alojan en un mesón perdido. Allí, un incidente en una taberna de la Selva Negra donde pasan la noche abre sus puertas al autor para describirnos en el relato más breve de la antología una escena de puro terror sobrenatural. El cuento es breve pero intenso. En este episodio Solomon curiosamente no hace nada (heroicamente hablando). Sólo es un observador de los acontecimientos.
Pasamos a “Luna de calaveras” la historia más larga y épica de esta recopilación... y la más desequilibrada. En "Luna de calaveras" nos topamos con un cuento largo situado en medio de la África negra y con reminiscencias de antiguas civilizaciones como la Atlántida. Un cuento de ritmos repentinos, con largas descripciones redundantes en su comienzo y que en cambio resulta muy enérgico y cautivador al final donde alcanza mucha fuerza. Solomon Kane llega a un reino escondido africano en busca de una desvalida chica secuestrada por piratas y vendida más tarde como esclava a una misteriosa reina. En esta aventura se recrean todos los estereotipos de los grandes momentos del pulp: antiguas ruinas de civilizaciones desaparecidas, cultos paganos con vírgenes a sacrificar, trampas, pasillos secretos, enemigos mortales y hermosas femme fatals. Pese a las expectativas que despierta este relato, el conjunto es algo cargante. Por ejemplo, el último capítulo es totalmente sobrante y no aporta nada más que un final ramplón lleno de explicaciones innecesarias. También las disertaciones que hacen ciertos personajes rememorando la historia olvidada del reino donde se formó esta civilización resulta frustrante, especialmente por lo que comentaba antes: La ruptura del ritmo.
(...) Levantó a la chica inconsciente y se precipitó imprudentemente por los escalones agrietados, cortando y apuñalando para abrirse camino a través del remolino criminal de la humanidad bestializada que todavía se rasgaba y deliraba. (...)
A partir de ahí, los cuentos restantes, Howard les imbuye de un estilo más intenso y más sobrenatural. En “Las colinas de los muertos” Kane vuelve a África y se encuentra con su amigo, el chamán N'Longa que le regala un bastón mágico. Es curioso cómo Kane se fía de un brujo en vez de matarlo por blasfemo o por brujería. Howard, por suerte, reflexiona sobre esto durante la trama. “Las colinas de los muertos” es un relato conciso y lleno de magia sobre cómo Kane y el fantasma de N'Longa (que posee otro cuerpo) se enfrentan a una antigua ciudad poblada de vampiros. Aunque aquí la participación de Kane es más de acompañante que de líder, el resultado es muy épico y redondo.
Llegamos a lo que para mí es el mejor cuento de la recopilación: “Alas en la noche”, un relato que se alimenta de antiguos mitos griegos para situar una batalla campal contra arpías en el corazón de África negra. Violento, salvaje y donde Solomon Kane pierde el norte incluso dudando de sí mismo como heraldo de Dios. El capítulo La locura de Solomon es impresionante y muy violento hasta el punto de que supera a Cónan en brutalidad. Es perfecto.
“Y Kane emitió un rugido profundo y salvaje, y se lanzó a la bronca cuerpo a cuerpo, con toda la furia berserk de sus paganos antepasados sajones transformándolo en un ser terrible.”
El último relato como tal es “Pasos en el interior”, un breve homenaje que hace a su amigo Lovecraft haciendo que Solomon Kane se enfrente a un monstruo sin forma que provoca terror nada más verlo y que ha sido encerrado miles de años en un mausoleo en la selva. Directo y muy bien narrado. De vez en cuando, Howard le gusta jugar con el espíritu del terror cósmico y más de una vez ha llevado a sus personajes a enfrentarse a fuerzas desconocidas de otras dimensiones o espacios. Recordemos, por ejemplo, en Cónan en “La torre del elefante” o en Bran Mak Morn en “Gusanos de la tierra”
"El regreso al hogar de Solomon Kane" es una traducción de un poema de Howard que parece querer cerrar el ciclo de este personaje. Un poema que hace de epílogo de las aventuras fantásticas de Solomon Kane. Ha sido traducido en prosa y es sólo un punto y aparte final donde un Kane envejecido vuelve a su pueblo natal, Devon, a repasar viejas batallitas… y decide volver a marcharse hacia la aventura.
Sólo felicitar, una vez más a la editorial por acercarnos estos clásicos indiscutibles de la aventura pulp y a Jordi Llavoré por su traducción, gracias a la cual, conocemos —por fin— las aventuras de Solomon Kane en catalán.
Eloi Puig
10/12/2024
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