Quién iba a pensar que las nuevas tecnologías y especialmente el auge de las redes sociales hubiera dado tanta inspiración a los autores. Cuando parecía que la ciencia ficción comenzaba a languidecer con las viejas temáticas de siempre los señores de facebook, twitter y todas las redes de internet que componen esta nueva forma de comunicación global, han venido al rescate, cual una musa al acecho de ayudar a su escritor preferido.
Poco a poco van proliferando los relatos e historias relacionadas con la manipulación de la inmensa información que vamos dejando en la red. Hace poco en alguna de las distopías integradas en el volumen Mañana Todavía, también se hablaba de este tema, por ejemplo. Televisivamente quizás los mejores ejemplos son algunos de los episodios de la serie Black Mirror o también de la serie Person of interest donde una máquina programada para evitar ataques terroristas recoge toda la información de la red y trata de prever muertos tanto a gran escala como de las personas no vinculantes para la seguridad del país.
Pero vayamos más cerca de casa. Jordi Gimeno también ha tenido la valentía de adentrarse en esta nueva fuente de inspiración, en esta riqueza por ahora inagotable de ideas que nos proporciona la red. Su premisa básica es genial: Una vez una persona muere, todas sus vivencias en la red (correos electrónicos, llamadas, fotos, vídeos ...) se reagrupan en un código y se dejan a disposición de quien quiera pagar por continuar manteniendo una relación - telefónica- con la persona desaparecida. Se crean "ecos" de la persona, lo que que fue un ser vivo para que continúe interactuando en función de la información recogida. Tanto pueden ser unos años o para siempre, todo depende de las voluntades de los vivos y de sus bolsillos. A raíz de las problemáticas éticas que van surgiendo y los delitos de tráfico de ecos se crea una ecopolicia que persigue los crímenes o estafas relacionadas precisamente con la manipulación y venta de ecos.
Hasta aquí todo correcto. Notable para Jordi Gimeno. A partir de la idea base pero hay que construir una historia y desarrollarla. En este sentido el autor ha escogido una trama que se acerca a la novela negra -buena elección para este tipo de elementos con los que está jugando el autor- pero la recreación de los escenarios, personajes y en segundo término el argumento no me han parecido suficientemente cohesionados. En cuanto al escenario, éste no se encuentra muy perfilado: Parece que la Tierra ha sufrido muchas desgracias naturales y ahora la mayor parte de la gente vive recluida en ciudades herméticas porqué la vida en el exterior es complicada debido al clima. Un escenario interesante pero que no interviene para nada en la trama de la novela. Sobre los personajes decir que no están muy perfilados y que se alejan de la empatía con el lector. Quizás el hecho de que el autor rehuya completamente los diálogos excepto en las conversaciones telefónicas con ecos- hace que no sepamos muy bien cómo es el talante de los personajes, bueno, del protagonista único que narra la historia en primera persona: El detective de ecopolicia Guiu Montal.
Sí en cambio que Gimeno posee una prosa eficaz, que nos narra una historia con buenas maneras y un buen nivel literario, pero que contrasta con un argumento débil o más bien poco intrigante-. El hecho de que los objetivos de la trama no se desvelen hasta bien entrada la obra -unos ochenta páginas almenos- y que en este débil inicio sólo toma interés saber más sobre los ecos y la tecnología que los hace posibles, son elementos que no ayudan a mantener una tensión en el libro y el interés se resiente.
El hecho es que teniendo en cuenta que la historia promete, y que durante el nudo de esta parece llevarnos a un objetivo, aunque sea sin demasiado dinamismo, la trama argumental no me acaba de convencer y la encuentro un poco desaprovechada. Sin ni mucho menos ser una mala historia, no le he encontrado suficientes elementos para que me resulte estimulante. Interesante sí, pero poco apasionada. Supongo que Gimeno creó la historia con la decisión de conducirla a un final sorprendente. Y en cierto modo así ha sido. El final es digno y sorprende pero, al menos en mi modesta opinión, te deja con la sensación de que necesita algo más.
La novela es un buen salto de la ciencia ficción catalana para acercarse a géneros más afines a los tiempos que corren. Jordi Gimeno demuestra capacidad sobrada para escribir la novela pero le falta un argumento más de peso o una interactuación de personajes más amena. Sin embargo, recomendada para quien quiera introducirse en el increíble mundo de la creación de los ecos, este tipo de inteligencias artificiales condicionadas y manipuladas por el hombre, pero que tal vez un día dejarán de serlo. Las posibilidades son fascinantes y El somriure d’un eco ofrece un buen número de ellas.
Eloi Puig, 30/09/14
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