Llevaba meses pendiente esta reseña. En su momento me esperé a escribirla porque el autor, David Gálvez, presentaba la recopilación en la Ter-Cat que se hizo en Andorra y quería escucharle para saber si se me había escapado algo de unos cuentos que se me hicieron muy extraños mientras los leía. Más tarde fue pasando el tiempo y la dificultad de escribir sobre esta antología hizo que fuera quedando relegada a la espera. Pero con los meses he pensado que hay algunos cuentos y experimentos que merecen la pena ser mencionados y destacados así que ahora que tengo más tiempo vuelvo a ponerme a ello.
Experimentos es la palabra adecuada para definir esta recopilación de relatos de David Gálvez. La utilizó el autor durante la citada presentación que hizo el pasado febrero en Andorra, refiriéndose a un conjunto de cuentos que tenía desde hacía tiempo en un cajón y que poco o nada tenían en común, salvo que habían sido escritos a menudo como experimentos, intentos de reflejar historias y tramas desde perspectivas que el autor no había trabajado antes.
Esto puede dar lugar a lograr una antología muy remarcable o tener una de inclasificable. Quizás, poner todos estos experimentos en un mismo saco, en un mismo volumen, que es este Succedanis d’eternitat, es una propuesta arriesgada. O no. Esto sólo es mi parecer, naturalmente.
El hecho es que de los cuentos que me esperaba encontrar sólo se han visto cumplidas las expectativas en unos pocos, mientras que en otros me ha costado mucho entrar y en algunos incluso no he conectado de ninguna manera.
Por ejemplo, lo que para mí es el relato mejor acabado y redondo y quizás menos experimental es “Un exemple de metalepsi” donde una lectora lee en un libro lo que está ocurriendo en realidad a su alrededor. Un reflejo de lo que una historia fantástica bien escrita puede aportarnos por mucho que esté planteada de forma metaliteraria.
Más extraña pero igualmente poderosa es la narrativa del cuento que da lugar a la recopilación: “Succedanis d’eternitat” donde el narrador puede viajar al interior de la mente de personas de otras épocas y sentir lo que ellos sienten. Pero de forma implícita nos traslada a personajes literarios como Tom Sawyer o Don Quijote. La prosa muy trabajada, poética. No hace falta buscar demasiado ningún objetivo o finalidad, sólo disfrutarlo.
También hay que reconocerle a Gálvez una prosa excelsa en el cuento “Morts ebris de pluja” aunque el resultado sea extraño. Una traductora se obsesiona por un poema que habla de las islas Lofoten. Su vida acaba girando en torno a este poema. Sueños, necesidades…todo.
En “Sínia” nos encontramos con un viaje místico o espiritual… hacia la muerte. Buenas descripciones, ágil y metafórico.
En "L’univers no es va estremir " nos llega una visión un tanto poética de momentos fugaces pero únicos descritos por extraños a un señor que se dedicaba a escucharlos (y dejar constancia por escrito). Pero la moraleja final nos indica que todos estos instantes concretos, estas sensaciones irrepetibles no están nada dentro de un universo vasto e infinito y que no tiene tiempo de detenerse ante tanta insignificancia.
El resto de relatos me han costado bastante entrar. Historias especialmente cortas como "El bo de Dick Parker", " Falsa realitat amb un forat " no me han despertado el interés lo más mínimo. Quizás el cuento “Areny amb cap de gos” tiene algo más pues es un relato intenso que se asoma a una pintura de un perro con buena prosa. Pero que no acabo de ver dónde quiere ir a parar el autor. Muy raro
Tampoco en “Notes sobre cultes de pluja i fertilitat a NagualUr” he sabido extraer un mensaje o un concepto que me haya atraído. Aquí se comenta un diario personal de un explorador que estudiaba las costumbres religiosas de una tribu.
Sigamos con miradas antropológicas tenemos también el relato “Els cent de Zhòusī Láikàosī” que ya había leído anteriormente en la revista Freakcions 7, donde topamos con un ejército de reclutas que no saben adónde van ni porque están convocados. ¿Un rito de iniciación? ¿Una leva para una guerra? Un cuento sobre el miedo hacia lo desconocido, pero también sobre el deber hacia un rito, una tradición, el vínculo con una sociedad que pide un sacrificio o una prueba de devoción. Como comenté en su momento, un final demasiado abierto y poco concreto en mi opinión.
Un curioso relato es “Un persistent buit lluminós” donde con una narración correcta nos adentramos en los pensamientos de un hombre que debe escribir un ensayo en torno a una historia de Quim Monzó. Pese al final, interesante, no me ha acabado de convencer.
Quizás un caso especial es “Com vaig morir” un texto hipnótico y casi enfermizo donde se mezcla una obsesión por recordar y encontrar un lugar perdido de la memoria de un barrio de Londres pero que poco a poco se va volviendo más surrealista. No puedes parar de leer porque Gálvez escribe muy bien, pero por otra parte no acabas de asimilar el texto y cuando finalizas este experimento te resulta casi imposible determinar si te ha gustado mucho o nada.
Quizás sí que explorar la propias capacidades como escritor nos puede ayudar a sacar lo que llevamos dentro y que no sabemos cómo verterlo en un texto. Y este último cuento es un ejemplo que todavía me cuesta clasificar.
La narración firme de Gálvez (recordemos que escribió pequeñas joyas como Res no és real), sale a la luz en varios relatos de Succedanis d’eternitat pero por otra parte cuesta mucho encajar en tramas que son en exceso surrealistas, rompedoras y quizás también poéticas a veces y con un aire académico en otras. Pero sea como sea, a menudo, demasiado extrañas para que las disfrute en profundidad.
Una recopilación pues, ecléctica, experimental y alejada de los cánones estereotipados. Valiente y arriesgada, pero también perturbadora por algunas propuestas inclasificables. A destacar algunas textos altamente originales pero que no acaban de compensar una serie de relatos con los que me ha costado bastante conectar.
Eloi Puig
02/11/2024
|