Última ronda
FANTASÍA
 
     
 
 
 
 

ÚLTIMA RONDA
Last call
(1992)

Tim Powers

Editorial:
Gigamesh
(2018)


Colección:
Gigamesh

Núm:
66

Páginas:
547

Traductora:
Cristina Macía

Otras ediciones:
1993 Martínez Roca
1994 Círculo de lectores


 
     
Última ronda

Más de una vez he afirmado que Tim Powers (junto con Alfred Bester) salvaron o más bien impulsaron mucho mis ganas de continuar con este mundo de la Ciencia-Ficción, a raíz de algunas lecturas desafortunadas previas. Esto se debe a los primeros números que publicó la editorial Gigamesh en su catálogo y especialmente con Las puertas de Anubis del mismo Tim Powers (a la que le convendría una reseña más detallada que la que realicé hace casi veinte años). Aquella novela me torpedeó el cerebro y me abrió los ojos otras posibilidades de la fantasía, aquellas en la que el entretenimiento y la diversión toma el relevo a la trascendencia aportando, además, grandes dosis de originalidad.

A Tim Powers lo puedo considerar un referente en muchos aspectos, aunque en ocasiones algunas obras suyas se me hayan hecho un poco cuesta arriba (Declara o Esencia oscura por ejemplo) es de sabios recalcar que realmente posee obras de extrema lucidez de esas que es prácticamente imposible olvidar o que te desaparezcan de tu subconsciente. Son naturalmente Las Puertas de Anubis o La Fuerza de su mirada y la que aún faltaba para recuperar: Última ronda.

Además, la presente novela es quizás la que más me ha recordado (salvando las distancias argumentales) a la mítica Las Puertas de Anubis: Ofrece una mezcla ecléctica, divertida y a veces incomprensible entre mitología antigua, magia, probabilidad, estadística, fantasmas, posesiones, intercambio de cuerpos y no sé cuántas cosas más. Y además de forma coherente aunque las estrictas reglas mágicas que el autor aplica a su obra no tienen el detalle de definición que usan por ejemplo otros escritores como Brandon Sanderson. Las reglas están, pero Powers no las cuenta, o al menos no de forma ordenada. El hecho, sin embargo, es que no importa pues la trama y el ritmo son tan trepidantes que no nos damos cuenta de que el autor hace y deshace como quiere con el único objetivo de que su novela sea un buen entretenimiento.

Scott Crane es un hombre de mediana edad que vive en su casa, en algún suburbio de Los Ángeles. Su vida está marcada por un pasado terrible donde perdió un ojo a manos de su padre y donde tuvo que huir a causa de extraños sucesos. Fue adoptado y adoctrinado por Ozzie, su nuevo progenitor, hasta que tomó una mala decisión jugando a un peligroso juego de póquer llamado "La asunción". Las cartas, este objeto mundano que desde tiempos inmemoriales ha perturbado la vida de las personas a través del juego, o del tarot. Este entretenimiento que parece inocente pero que nos abre las puertas a interpretar los aspectos mágicos que rigen ciertos dioses, ciertas entidades primordiales que conviven con nosotros o al menos que quedan escondidas esperando sobresalir. Las cartas, los dados, el juego en definitiva también son un símbolo de probabilidad, de intervención en el destino, de la posibilidad de experimentar con el azar y por tanto combatir el caos. ¿Y a qué lugar del mundo una persona puede estar influenciada por todos esta aspectos innatos en el juego y además ser un lugar único donde perderse y saborear esta incertidumbre? Lo habéis adivinado: Las Vegas.

Powers, utilizando su siempre fama de gran documentista nos ofrece un escenario único y original por excelencia donde disfrutar de la magia: La capital de Nevada, Las Vegas, la ciudad del pecado, la diversión y el desenfreno. Y el autor, sin faltar a su palabra nos muestra una ambientación cuidada que nos teletransporta perfectamente a los calores de aquel desierto donde ha crecido la desmesurada y absurda ciudad de Las Vegas, sólo posible gracias a un embalse artificial del río Colorado y a la tozudez (y visión) de la mafia que alzó en ella el primer hotel-casino: el ya mítico Flamingo.

Volvamos al tema: Scott Crane, decía, vive con cierta tranquilidad pero ya han pasado más de veinte años desde que perdió una partida decisiva de póquer y ahora parece que los fantasmas del pasado (bueno, de hecho del mismo presente) lo obligarán a tomar partido para no perder su ofuscada mente y de paso su cuerpo. Parece que los astros y la magia confabulan para remover los hilos del destino y para apuntar a ciertos personajes que Powers encarga de reflejarse en las propias cartas de la baraja francesa (y española): Jotas, reinas de corazones, picas etc... Así pues, Crane, deberá hacer las maletas e irse a las Vegas para enfrentarse a su padre, para no perder su mente y su vida tal como la conoce almenos. Powers, mezcla aquí mitos antiguos celtas y artúricos como el del rey Pescador, magia ancestral, la energía y clarividencia que pueden desprenderse las cartas del tarot... y todo ello mezclado con persecuciones, tiroteos, humor y mucha acción. El ritmo es constante y no tenemos tiempo de aburrirnos. Quizás sí de no entender en ocasiones el papel de algún personaje pero que a la larga no nos importa porque leer Última ronda significa vivir el momento con tanta intensidad que nos podemos decir a nosotros mismos: "Sigue leyendo, da igual".

Otra cosa que me gusta de Tim Powers es que a menudo sus personajes son grandes sufridores. Tal cual el autor estuviera poseído por el espíritu un máster de rol especialmente psicópata que maneja sus jugadores poniéndoles un cebo delante para que avancen sin hacer caso a mutilaciones, heridas, golpes y maltratos varios; los personajes que define Powers también son heridos y maltratados de mil formas. Y os aseguro que nos expresan su cansancio o abatimiento. Son antihéroes, personas sin demasiados escrúpulos y a menudo sin ninguna ansia de mirar más allá de ellos mismos que reciben por todas partes pero que siguen adelante aunque sea de forma agonizante (aquí estoy pensando especialmente en La Fuerza de su mirada más bién).

Me he atrevido a imaginar esta novela como una orgía de magia primitiva en una ambientación contemporánea, divertida, absurda en ocasiones pero que si te la tomas como lo que es, capaz de hacernos disfrutar como un episodio del Dr. Who de aquellos que no puedes hacer nada más que sonreír por mucho que no lo entiendas, entrarás de lleno en una historia que perfila el sentido de la maravilla de la fantasía de forma memorable.

Última ronda, pues, es una novela que hay que leer sin expectativas claras, y dejarse llevar por el ritmo frenético de la prosa de Powers y por una trama que puede resultar sencilla a priori pero que el autor se encarga de retorcer para hacerla más adictiva, como si la exprimiera con fuerza para sacarle todo el jugo posible. Para todos aquellos que quieren experimentar con historias llenas de detalles y con grandes dosis de originalidad donde la fantasía es la reina de la fiesta, no os perdáis las novelas de Tim Powers, y claramente Última Ronda es una de las mejores.

La novela se presenta bajo un nuevo título (la anterior traducción, de 1993, se llamó La última partida) y está traducida en este caso por Cristina Macía y cuenta también con una gran portada de Enrique Corominas. La novela se llevó en 1993 premios de la talla del Locus y el World Fantasy, un hecho que evidencia con qué originalidad irrumpió dentro del fandom mundial.

Eloi Puig

28/11/2018

 

Premios:

1993 World Fantasy
1993 Locus Fantasia

 

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