Richard Matheson es uno de los autores más vibrantes del terror y de rebote de la ciencia ficción de medios del s. XX. Sus novelas son muy conocidas y se han llevado al cine en varias ocasiones, así como sus relatos que han sido adaptados a la gran pantalla con películas de éxito de la talla de Soy Leyenda o El hombre menguante (de esta obra hablaremos en breve) o como puerta de entrada al cine de un director como Steven Spielberg con la increíble Duel (El diablo sobre ruedas).
Sin embargo, lo que no todo el mundo sabe es que Richard Matheson fue uno de los guionistas de la visionaria y prestigiosa serie La dimensión desconocida. Y esta recopilación que nos presenta Laertes es, precisamente, la compilación de los relatos que se adaptaron en siete de los capítulos de la serie. Dos de estos cuentos, “La niña perdida” y “La nave de la muerte” ya los había leído hace unos años en el primer volumen recopilatorio de cuento de Matheson que sacó Gigamesh: Nacido de hombre y mujer que me encantó y me doy cuenta de que inexplicablemente nunca leí el segundo volumen, lo que tendré que poner remedio pronto pues si algo me ha evidenciado la lectura de esta recopilación de La dimensión desconocida es que Matheson es uno de los grandes, enormes cuentistas de género fantástico del s. XX
Los seis relatos que se incluyen en esta recopilación fueron escritos entre 1956 y 1970. Se trata de cuatro relatos de ciencia ficción y dos de fantasía cargados de tensión y terror psicológico subyacente como efecto de las premisas que nos propone Matheson, de modo que todos ellos acaban convirtiéndose en pequeñas pesadillas de una u otra manera, en episodios cargados de horror envueltos en situaciones cotidianas. Sólo "La nave de la muerte" se escapa de este ataque premeditado al realismo de nuestra vida diaria.
Empezamos con “Botón, botón” (1970), un clásico del terror psicológico a través de un hecho fantástico narrado de forma directa y sencilla: Una pareja normal recibe una visita un día de un vendedor que les ofrece un extraño artefacto con un botón rojo. Les asegura que si lo presionan recibirán mucho dinero a cambio de un hecho infame pero que no les afectará. Como, pues, una simple promesa material, monetaria, puede hacer tambalear la psique de una persona y hacerla sufrir de forma extrema sólo pensando en las posibles consecuencias. El final es perfecto
Uno de mis relatos preferidos es “La niña perdida” (1953). Una noche cualquiera en un piso en el que vive una familia arquetípica: Padre, madre e hija pequeña. La niña llora asustada, el padre se levanta y la busca por la habitación. No la encuentra. Pero la niña sigue llorando. Éste es un relato donde la tensión se te cuela bajo la piel: La niña chilla y pide ayuda y nadie la localiza. Los padres, trastocados, sin saber qué hacer, los nervios que conlleva la impotencia desembocan en un increíble escenario de terror psicológico. Brutal.
Seguimos con otro relato donde la tensión cargada de terror que se mezcla con la fantasía: “Pesadilla a 20.000 pies” (1962). Un hombre que tiene ansias de suicidio sube en un vuelo comercial y descubre, una vez que está volando, un pequeño monstruo que intenta destruir el ala del avión. Pero nadie le cree, es como una especie de complejo de Casandra que se va estableciendo en la mente del protagonista: Él observa un peligro futuro para la supervivencia de todos pero la tripulación le toma por loco. Otro cuento lleno de estrés que nos atrapa en todo momento.
“Mudo“ (1962), es un cuento sobre la telepatía, con toques sentimentales, pero también con episodios de terror. Un niño que ha sido criado desde siempre en casa y sobreprotegido por sus padres queda huérfano y la familia de Sheriff del pueblo lo acoge. En breve comprobarán que no es un niño normal como los demás y que tiene graves problemas de adaptación a su nuevo entorno. Matheson está sublime cuando despliega su prosa cuando el niño siente cosas sin hablarlas. Muy interesante.
Como comentaba, antes, "La nave de la muerte" (1953) es el único relato que se aleja de nuestro entorno cotidiano. En este caso, el terror, también de cariz psicológico, está ambientado en el espacio. Unos astronautas exploran un nuevo planeta y encuentran una nave estrellada. Deciden examinarla, pero el peor de los escenarios posibles es el que encontrarán ahí dentro.
Y terminamos con una pequeña joya como es “Acero” (1956), un cuento tierno y dramático sobre robots luchadores y cómo la tecnología puede arrinconar los sueños. Un ex-boxeador hace tiempo que está detrás del ring. Ahora los que luchan son robots pero el modelo que entrena es antiguo, es una versión algo obsoleta. Sin embargo, él y su mecánico, lo transportan y preparan con condiciones pésimas para que pueda boxear en el combate de hoy, contra un robot de alta tecnología, un modelo mucho más avanzado. Las esperanzas y los sueños están depositados en ese combate. Les va su futuro. Es un relato muy especial y que me ha deslumbrado. Buenísimo.
Seis relatos, siete historias eclécticas que de tan buenas hicieron guiones para La dimensión desconocida. Y una manera perfecta de acercarse a la ingente cantidad de cuentos que nos dejó Matheson y que recomiendo siempre fervorosamente.
Gracias, Laertes, por traérnoslos por primera vez en catalán.
Eloi Puig
05/05/2024
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