Enric Herce Escarrà es uno de aquellos nombres que sin proponértelo te encuentras por infinidad de revistas y fanzines. En mi caso lo he leído al menos en seis ocasiones en los últimos dos años, cosa que equivale a que el autor se convierta en uno de los escritores catalanes más reseñados en La Biblioteca del Kraken. Enric escribe tanto en catalán como en castellano y cultiva relatos de todas las vertientes del fantástico aunque quizás predominan más los de terror. Su única novela publicada hasta ahora era La luna dormida, una lectura plácida con ingredientes de terror, curiosa y bien llevada y que sigue los principios de sus otros relatos: Misterio, terror sobrenatural y tensión. Quizás el mejor exponente de éstos es el relato "La casa del bosc" -finalista al II Premi Miasma de ciència-ficció i terror.
Por este motivo no deja de sorprender descubrir que su segunda novela se aleja del terror para adentrarse en la ciencia-ficción (por cierto que el último relato publicado de ciencia-ficción del autor, "CPU" es más que loable) y sobre todo se aparta de las malsanas influencias que podíamos observar en sus relatos para convertirse en una novela infantil. Así es, Friki es una novela recomendada por niños a partir de 9 años, está escrita en castellano y aborda básicamente dos temas: El primer contacto y el frikismo.
Tomás es el prototipo de futuro friki: Un crío al que le encanta leer, dibujar, que sigue series interminables de cómics ... y que en cambio deja de lado la pelota. Es un crío inteligente, rodanchón y lleva gafas (sólo le falta una camiseta negra y barba dentro de unos años y será el friki perfecto). En la escuela tiene los problemas típicos de su edad: Él es diferente y otros chicos más mayores -y más ignorantes- le empiezan a llamar "friki" sin que Tomás sepa exactamente el significado de la palabra -nada que un niño de hoy en día no pueda solucionar en internet. Así pues uno de los pilares de la novela es demostrar a Tomás (y de paso al lector) que eso de ser friki no tiene nada malo. Siempre bajo palabras amables y con una línea de acción simple y orientada a los niños.
La otra carta que juega el autor es la de presentarnos un Primer Contacto en la escuela de Tomás. Sí, esta idea es rocambolesca pero evidencia que la ciencia-ficción es una de las grandes aficiones de los que amamos los géneros fantásticos. Obviamente Tomás tendrá un papel importante y evidenciará que ser friki puede comportar algunas ventajas sobre todo si hablamos de imaginación.
La novela, como decía, está focalizada para un público infantil- no me atrevería decir que sea juvenil- y combina la acción en la Tierra con la acción en la utopía alienígena que tiene que decidir si nuestro planeta tiene que quedar en manos de una especie que lo está destruyendo - nosotros-. Sí, aquí, el mensaje medioambiental para los niños es constante y el autor no se esconde de ello. Aprovecha la novela para exponer la explotación sistemática de la naturaleza por parte del hombre, así como la contaminación y otros aspectos medioambientales. Interesante es que explique a los críos qué fue el protocolo de Kioto o el efecto invernadero. También aprovecha para comentar brevemente algunos aspectos políticos como la supervivencia del pueblo saharaui - aquí el tema del racismo por parte de los enemigos de Tomás todavía no está madurado, pero sí insinuado, pues la mejor amiga de Tomás es de esta nacionalidad-.
En definitiva, una aventura amena, sin más pretensiones que enseñar algunos valores a los críos y que entretiene lo suficiente como para que un adulto la finalice con una sonrisa en los labios. Difícil de valorar por que va dirigido a un público que hace mucho tiempo que no soy yo. Ideal para leer a nuestros hijos. La novela está acompañada de unas magníficas ilustraciones de David M. Rus
Eloi Puig, 27/07/09
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