Planeta de Exilio es una de las primeras novelas de Ursula K. Le Guin y también una de las obras fundacionales de Ciclo Hainita o Ciclo del Ekumen. Pero quizá sea una obra de carácter secundario dentro de la extensa obra de la autora estadounidense y, además, siempre ha sobrevivido bajo la sombra de las otras novelas del ciclo que sí han triunfado y se han llevado todos los laureles: La mano izquierda de la oscuridad, El nombre del mundo es bosque y Los desposeídos.
Es lógico, pues, que esta novela o la también anterior El mundo de Rocanon pasen más desapercibidas para el gran público pero aquí interviene la inmensa labor que está haciendo Raig Verd para traernos todas las novelas del Ciclo hainita con esta sensacional edición que se han trabajado (no os perdáis el interior de las contracubiertas con la información básica del planeta).
Debo decir, sin embargo, que a pesar de ser una obra relativamente poco conocida de Le Guin, a mí Planeta de Exilio me ha gustado bastante pues es un tipo de novela que no me esperaba demasiado viniendo de Le Guin. No me mal interpretáis, pero esta novela es corta, bastante concisa y además incorpora un elemento que prácticamente ha desaparecido de la obra posterior de Le Guin: la violencia. Pero vayamos por partes: Planeta de Exilio es también un pequeño experimento social y antropológico que nos prepara la autora, —al igual que el resto de novelas del Ciclo hainita— y es que en cada mundo donde los hainitas sembraron con su semilla, sus pobladores se desarrollaron de forma distinta adaptándose al medio de cada planeta. En este mundo, llamado Werel, habitan por un lado los humanos nativos distribuidos en distintos clanes o tribus. Algunas de ellas son simples nómadas pacíficos de marcado espíritu patriarcal y otras son tribus de las montañas de carácter salvaje y destructivo. Pero hay otros habitantes: los foráneos, los humanos que desde hace unos 600 años cohabitan el planeta. Estos son los descendientes de colonos humanos que llegaron huyendo de la Tierra hace siglos.
El planeta de Werel tiene una particular órbita de traslación en torno a su estrella y cada año equivaldría a aproximadamente a sesenta años terrestres. Esto provoca que cada estación se alargue cerca de quince años. Los terribles inviernos son, pues, una dura prueba para que cada año las especies sobrevivan y se renueven de cara a las siguientes estaciones. Ahora se acerca el invierno (¿os suena?) y las tribus de las montañas están a punto de iniciar su inmensa migración hacia el sur, devorando y arrasando con todo lo que encuentran. Un miembro del consejo de foráneos que viven en Landis, una ciudad fortificada pero que es sólo una sombra de lo que había estado en el pasado, decide aunar esfuerzos con las tribus nómadas pacíficas que tienen cerca para tratar de contener la marabunta de los gaal, el pueblo norteño que pronto llegará y presumiblemente, esta vez, será mortal. A pesar de mantener varios contactos durante años ambos pueblos, los humanos autóctonos y humanos foráneos mantienen una especie de calma fría y de desconfianza mutua. El choque cultural de las distintas especies es evidente. Se toleran y poco más. ¿Podrán unir esfuerzos para evitar la destrucción de toda la civilización conocida?
Esta es la pregunta que se hace Jakob Agat cuando visita al jefe de la tribu egi que tiene más cerca. Muy interesante es que tanto los foráneos como los nativos se hacen llamar “hombres” mientras que menosprecian a los demás con apodos de cariz insultante. Mientras que los nativos llaman a los recién llegados como foráneos o falsos humanos, los descendientes de los colonizadores terrestres llaman a los nativos como egis al acrónimo de Entidades de Gran Inteligencia, por tanto seres primitivos pero que poseen más inteligencia que los animales.
La mesa está servida y los comensales están a punto de encontrarse y quizás forjar una primera alianza nunca vista antes. Sin embargo, aquí interviene un factor nuevo que no podía preverse demasiado. El amor entre una egi y un humano, o entre una humana y un falso hombre (según cómo se mire), un amor que precipitará los acontecimientos.
Le Guin nos ofrece una novela variada, con ritmo y especulaciones antropológicas de todo tipo que le dan un trasfondo especial e interesante. También incorpora, como comentaba, la violencia, algo raro en ella y el resultado es una notable novela bien combinada, pero a la que no se le saca todo el jugo que podría extraerse. Quizás la autora ya le pareció bien esbozar tantas ideas interesantes, pero no todas quedan bien concretadas. Pensad que nos encontramos con conceptos como el metahablar con la mente (también conocido como telepatía) aunque sea de forma todavía muy chapucera o poco desarrollada; tenemos a unos humanos que se aferran a un pasado glorioso donde la medicina y la tecnología estaban muy desarrolladas por no hablar de la exploración espacial pero donde esta ciencia ahora se ha perdido casi por completo. Unos foráneos que siguen antiguas reglas, ahora autoimpuestas, como las directrices de no interferir en las culturas locales que estén menos avanzadas; encontramos estructuras patriarcales que se han desarrollado conjuntamente con el clima extremo del planeta para mejor sobrevivir. Pero sobre todo le Guin esboza teorías de adaptación antropológica entre especies diversas pero afines, pues todas proceden de una misma raíz. Desgraciadamente las teorías quedan algo descabezadas por la evolución de la trama y no se despliegan como es debido.
Así que tenemos una visión un tanto especial en esta novela: Una obra que plantea dilemas y expone conjeturas pero que se dirige con mayor entusiasmo hacia la acción y la emoción por encima del análisis y la especulación. Un poco al revés de lo que ocurre con otros obras de la autora.
Planeta de Exilio es para mí una novela muy correcta y animada que explora muchos conceptos científicos y, además, nos proporciona un buen entretenimiento. La prosa de la autora es notable, quizás no tan elaborada como en obras posteriores, pero siempre adecuada. Recomendada especialmente para los completistas del Ciclo hainita (que recordaréis, todas las novelas pueden leerse por separado y en cualquier orden) pero también para quien quiera conocer la primera novela exitosa de Ursuka K. Le Guin, en aquel lejano 1966.
Eloi Puig
18/04/2024
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