Las aventuras de Valentine que empezaron en El
Castillo de Lord Valentine continúan en esta segunda
parte (Recuerdo que los dos libros son uno mismo, solo dividido
por criterios editoriales)
Silverberg nos continua sumergiendo en el fantástico mundo
de Majipur, con la misma mezcla de fantasía y ciencia ficción
que se respiraba en su primera parte. Pero aquí dedica menos
tiempo (Y es una lástima) a describirnos las maravillas del
planeta y de sus habitantes y se concentra en su personaje principal
y su particular epopeya.
Este hecho repercute en los personajes secundarios que son dejados
bastante de lado. Pese a ello, Silverberg no abandona completamente
el sentido de la maravilla y la imaginación que derramo por
los cuatro costados en El
Castillo de Lord Valentine, pero lo hace de forma un tanto
acelerada, sobretodo en su último tramo de la novela.
Hay que añadir también que a El Laberinto de
Majipur le falta un poco más de gasto argumental, pues
existen partes de la novela que aportan poco al conjunto de los
dos libros (la parte dedicada al Laberinto, por ejemplo)
La sensación final es la de haber leído una inmensa
aventura de magia y de situaciones increíbles, algunas típicas
de los cuentos infantiles, llevadas a la exageración pero
narradas con total maestría.
Sin ser original, el nudo argumental entorno al viaje de Valentine
por todo Majipur parece redescubrirnos -tal como comentaba en la
reseña de la primera parte- el sentido de la maravilla, que
tendrían que tener una buena parte de la narrativa fantástica
actual.
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