No hay nada como tener capacidad narrativa para poder desarrollar cualquier idea de la forma que más convenga al autor. Porque si una habilidad posee Robert C. Wilson es la de hacernos olvidar que estamos leyendo una novela y sumergirnos en una historia que asumimos como propia. Y eso es difícil en una novela que empieza narrándonos situaciones cotidianas pero que acaba especulando sobre misterios a escala cósmica.
El spin que da el título al la novela es una membrana, una barrera permeable que se ha creado en torno a la Tierra aislandola del universo. Permite que la vida siga su ritmo de siempre pues la luz del Sol o las mareas lunares continúan afectando a la vida del planeta de forma normal pero las estrellas han desaparecido de la vista de la humanidad y la sensación de impotencia se manifiesta de forma ineludible. ¿Qué es exactamente el spin? ¿Quién lo ha creado? ¿Y sobretodo, con qué finalidad?
Ésta es la historia del reto de conocer porque unos supuestos entes superiores - llamados sabiamente Los Hipotéticos- han separado la Tierra del resto del universo, pues dejando a un lado el efecto impactante de no poder contemplar las estrellas o la luna, aun sabiendo que continúan en su lugar, se tiene que sumar el hecho de que el spin actúa como una membrana que crea un efecto temporal: un segundo en el planeta corresponde a 3,17 años en el resto del universo. Un fenómeno que sí, cierra muchas puertas a los avances tecnológicos de la humanidad pero también abre nuevas ventanas a la especulación astronómica y a un fenómeno que interesa especialmente a los científicos: La evolución. Por ejemplo, se abre la posibilidad de terraformar Marte en sólo unos cuantos años terrestres ya que fuera del spin estos transcurren por millones.
Bajo esta premisa, el autor es capaz de desarrollar teorías plausibles no sólo sobre terraformación y evolución, si no también sobre ingeniería genética, o sobre cataclismos planetarios incidiendo especialmente en sus consecuencias sociales a gran escala, uno de los aspectos que desarrolla más durante la obra: La política, la religión, las costumbres ...
Spin es una novela que combina con gracia la ciencia y la literatura. Que como buena novela de ciencia-ficción es capaz de hacernos soñar con hechos realizables a largo plazo pero sin renunciar a una grata lectura que te absorbe desde el comienzo. Ahora bien, Wilson repite algunos de sus tics que ya había detectado en una novela anterior - Los Cronolitos-: Sus ideas son sensacionales pero a veces cuesta llenar páginas sólo con ellas de manera que el autor se vuelca en la vida privada de sus personajes para dar volumen a la novela. ¡Y no lo hace mal! Al contrario que la mencionada novela, la vida privada de los tres personajes principales está muy integrada en los aspectos que nos interesan, o sea el misterio del spin; pero igualmente uno tiene la sensación que con menos páginas dedicadas a los sentimientos de nuestros protagonistas, la novela hubiera quedado más completa. Muy a menudo el drama personal y las implicaciones de los personajes son más importantes que el trasfondo que tiene que ver con el spin, de manera que la línea argumental que de verdad nos importa no siempre avanza al ritmo que uno desearía.
Para explicarnos la vida a la Tierra después - y antes- del spin, Wilson se centra en tres personajes muy trabajados: Nuestro protagonista-narrador, Tyler Dupree, enamorado de Diane Lawton, que junto con el hermano gemelo de ésta, Jason, representarán las dos principales vertientes de creencias post-spin: La religiosa y la científica respectivamente. Wilson utiliza, pues, a los dos hermanos para mostrarnos dos aspectos radicalmente diferentes de la sociedad humana: Los que ven el spin como un mensaje divino y se dejan llevarse por diferentes corrientes místicas y los que buscan el conocimiento investigando su origen. El autor también estructura la novela en dos líneas temporales: El presente, ambientado en Sumatra y el pasado que recorre la vida de Tyler Dupree desde la infancia presentándonos cronológicamente la historia que rodea al spin.
No nos engañamos sin embargo, Wilson no descubre nada nuevo. En un primer momento la novela parece calcada a Cuarentena (Greg Egan) - por el hecho del aislamiento artificial que rodea la Tierra- pero poco después vemos que la cosa no va por aquí pero que tampoco es una obra plenamente original. Algunos elementos especialmente destacables de su argumento me han recordado a la magnífica Mundos y demonios de Juan Miguel Aguilera - publicada en el mismo año; otras ideas en cambio son compartidas por novelas como Hyperion. Pero eso no saca mérito al autor, Wilson es un malabarista de la prosa; escribe con una fluidez innegable y te engancha a la lectura como lo haría un Stephen King en su campo literario.
Totalmente recomendable, y no por haber ganado el Premio Hugo del 2006 si no porque se intuye que Wilson tiene preparada una buena historia detrás de este nuevo universo que ha creado. La novela es autoconclusiva pero abre las puertas a dos secuelas, una de las cuales parece que ya está escrita y se llama Axis. La siguiente -inedita todavía- se llamará Vortex. Esperamos que Ómicron siga publicándolas con el mismo buen gusto que lo ha hecho con ésta.
Eloi Puig, 05/05/08
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