La presente novela cierra la trilogía La primera ley, iniciada con La voz de las espadas y continuada con Antes de que los cuelguen. En anteriores reseñas ya he incidido en que el plato fuerte de esta saga es el tratamiento de sus protagonistas principales, unos personajes alejados de los estereotipos y que se comportan, como diría mi librero, con mil matices de gris, ofreciendo un repertorio de emociones y de planteamientos ante la vida llenos de dudas y por tanto del todo realistas.
Este tercer libro, a pesar de las casi 900 páginas, es un manual de cómo escribir una historia épica sin empalagar al lector, manteniéndolo intensamente atrapado por una lectura que combina con acierto escenarios, batallas, personajes, situaciones ... y todo al mismo tiempo . Además, el autor apuesta por las escenas crudas, realistas, describiendo las batallas y la manera de vivir de forma creíble, sin miramientos y sin otorgar opciones a un lector que absorbe embelesado los dramas y miserias de cada uno de los personajes.
El talante de Logen, Glokta y Jezal, nuestros anti-héroes, se combinan para ofrecer un gran número de registros en sus personalidades: La fracasada redención que buscaba Logen, nuestro bárbaro con problemas de conciencia que termina haciendo lo que sabe hacer mejor ... ¡Y de qué manera!; el infinito sarcasmo y autocompasión de Glotka, el personaje tratado más a fondo, que puede pasar de la perversión a la misericordia en pocos segundos pero que en el fondo ya no tiene fuerzas hacer combatir ninguna lucha interior más; y el cambio de mentalidad de Jezal, nuestro vigoroso guerrero novel que descubre cómo funcionan los estamentos del poder cuando se ve abocado a una carrera en la que no quería participar.
La trama continúa unos meses más tarde de donde finalizó la segunda entrega. Logen se separa una vez la extraña comitiva que viajó a los confines del mundo regresa a Adua y enfilará hacia el norte para cerrar asuntos pendientes; Jezal busca el amor de Ardee en la ciudad pero se encontrará con una sorpresa mayúscula propiciada por el enigmático mago Bayaz, y Glokta vuelve también a la capital después de sus aventuras dirigiendo la defensa contra los Gurkos y revelando misterios y seres que no deberían existir. Y obviamente tenemos nuestros bárbaros
del norte - Sabueso, Hosco, Dow el negro, Tul ... - que siguen luchando según criterio propio ayudante donde creen que hacen más falta. Otra paradoja que nos regala el autor: Como una tropa de guerreros malnacidos sin escrúpulos despiertan en nosotros tal simpatía!
En El último argumento de los reyes hay mucha sangre, muchas víctimas y mucha destrucción. Pero no sólo por las tierras del Norte y de Midderland, no sólo en manos de reyes, soldados y bárbaros; hay otra lucha de fuerzas que se produce en un plano superior, en una trama donde hay unos personajes que actúan con poderes casi absolutos y la que no hay que entender exactamente cómo funciona. Esta otra batalla, esta lucha épica que se fusiona con la historia mitológica de ese mundo, se trata a una escala que no interesa al lector - recuerda por cierto, la trama de trasfondo de la serie Babylon 5, salvando las distancias- ya que los personajes humanos están tan bien definidos y son tan carismáticos que nuestra completa empatía y atención irá dirigida hacia ellos, obviando un poco los planteamientos y resoluciones que hace el autor sobre la lucha de poderes entre los magos.
Abercrombie sabe escribir con un sentido del humor negro que combina francamente bien con la emotividad, entramando una fábula extraña y lejana con la historia tangible entre los reinos e imperios que pueblan el mundo, pero como diría Logen nuevededos: Hay que ser realista. Y la realidad es que el autor ha dado una lección de lo que significa narrar una buena novela basada en personajes carismáticos sólo utilizando la trama argumental para juntarlos o separarlos a su discreción.
En defintiva, una gran obra que concluye la trilogía, narrada con maestría innegable, con un realismo inusual y con una profundidad excelente al comportamiento de los peones que juegan al juego de la guerra. Imprescindible para todo amante de la buena fantasía épica.
Eloi Puig, 29/11/2012
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